¿Todo el mundo puede ser vegano?
El veganismo es un principio ético que forma parte de la evolución moral de la sociedad. Todo el mundo puede ser vegano si entiende por qué los animales merecen respeto o se adapta a un entorno que obre de tal modo. Los Derechos Animales evolucionarán en sociedad como lo hicieron los Derechos Humanos.
¿Será el mundo vegano algún día? La posible evolución de los Derechos Animales
Una pregunta que nos hacemos muchas veces los veganos —y que nos hacen quienes no lo son— es si el mundo entero puede o podrá dar el paso hacia el veganismo y pasar a respetar a todos los animales.
En este artículo, me gustaría aportar mi visión sobre esta cuestión tan compleja y difícil de estudiar. Está orientado a quienes ya son veganos. En otro artículo me enfoco en las falsedades y formas de manipulación empleadas para atacar al veganismo y sus consecuencias para los animales, los humanos y el planeta.
Una manera excelente de analizar una realidad radica en plantear analogías que se ajusten a la naturaleza de esta misma. En el caso que nos compete, nos resulta coherente partir desde la premisa de que el entendimiento de los Derechos Animales evolucionará en la sociedad tal como lo hizo —o lo ha hecho— la asunción social de los Derechos Humanos.
Si nos imaginamos en un instante que vamos por la calle para preguntarle a la gente si todos los humanos merecemos respeto. Las pruebas reflejan que casi la totalidad de los seres humanos con la suficiente madurez y pleno estado mental —agentes morales— responderá con un «sí» automáticamente, sin reflexión ni mero cuestionamiento.
Casi toda la sociedad se opone a discriminaciones morales, como el racismo, sin siquiera ser capaces de aportar ninguna razón. Si se les pregunta: «¿Por qué no debemos ser racistas?», la estricta mayoría se pone a titubear y a soltar alegatos falaces —faltos de argumentación lógica— por tal de justificar una creencia que tienen asumida pero que nunca han razonado.
Sí, todos podemos decir que otros humanos sienten y tienen sentimientos. Sin embargo, esto sería la descripción de un hecho; no la argumentación de por qué sentir o tener sentimientos debería ser un criterio para respetar a otros.
Todo el mundo puede ser vegano si aplica para los animales la misma ética que aplica para otros seres humanos. La empatía conduce a la comprensión de los Derechos Animales y éste al respeto que merecen los sujetos no humanos.
Una analogía histórica para aspirar a una sociedad vegana
Aunque a nuestra sociedad le guste pensar que la educación sirve para crear una masa social formada, la mayor parte de la educación sólo sirve y ha servido en la historia para inculcar una serie de convenciones o normas sociales.
Tras el grave conflicto moral que supusieron los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, muchos pensadores lograron asentar en el poder político las bases éticas de los Derechos Humanos y las distintas naciones trasladaron estos ideales mediante el sistema educativo.
En la actualidad, el grueso de los seres humanos no respetamos a otros humanos porque hayamos comprendido o razonado los fundamentos lógicos que componen los Derechos Humanos; sino, simplemente, porque ha existido una presión social marcada por el poder y la inteligencia de unos pocos sobre un gran conjunto de la población.
Esa «inteligencia» la debemos al conjunto de pensadores del siglo XX, y anteriores, que plantearon el deber ético de que cada ser humano respetase los intereses inalienables de otros seres humanos. Y ese «poder» está en manos de gobiernos y de quienes tienen capacidad para influenciar a un gran conjunto de la población que, sin pensarlo demasiado, asumirá este nuevo pensamiento.
Los animales no tienen por qué demostrarnos habilidades sorprendentes para merecer respeto. No cabe juzgarlos a la luz de nuestro antropocentrismo.Todo el mundo puede ser vegano, sí
Atendiendo a la reflexión mostrada, creemos que la evolución de los Derechos Animales seguirá exactamente el mismo patrón. Esto significa que todo el mundo puede ser vegano, sí; pero con matices. Todo el mundo puede ser vegano, en un sentido teórico, porque todo el mundo con plenas facultades puede asumir que los animales merecen respeto —el fundamento de los Derechos Animales— y actuar en consecuencia.
Sin embargo, esto no significa que, por desgracia, todo el mundo vaya a entender el motivo de por qué debemos ser veganos y abandonar nuestro especismo. Es decir, no todo el mundo va a comprender que la fundamentación de la ética reside en la capacidad de sentir —subjetividad y conciencia— ni que, por ende, los demás animales, como nosotros, merecen derechos legales porque sienten, tienen sentimientos y poseen intereses inalienables.
La mayor parte de la humanidad sólo será vegana si primero se desarrolla un movimiento intelectual que argumente por qué los animales merecen respeto y si éste, luego, logra permear en la ideología de quienes ostentan el poder. Si este fenómeno se produce, el veganismo pasará a formar el statu quo del sistema social. A largo plazo, las bases de los Derechos Animales quedarán asentadas como parte de nuestra cultura sin que se produzcan debates encarnizados ni oposiciones perjuiciosas.
Tarde o temprano, habrá un momento en que uno podrá ir preguntando por la calle a la gente acerca de si los animales merecen respeto y dirán que sí. Casi todo el mundo responderá lo mismo que suele decirse hacia seres humanos: «tienen sentimientos», sin siquiera saber definir qué es un sentimiento. Y cuando les cuestionen qué tiene de malo el especismo, se quedarán en blanco.
Los animales no tienen por qué tener nuestro permiso para existir ni para vivir en libertad. Es nuestro deber respetar sus vidas, libertad e integridad.Conclusión
No buscamos dar una impresión negativa o misántropa de la sociedad, en absoluto. Sólo tratamos de señalar la evidencia de que el ser humano, como animal, se rige principalmente por prejuicios antes que por la lógica. Esto conlleva, inevitablemente, que los Derechos Animales serán de aplicación universal cuando, para la mente social, pasen de ser un conjunto de argumentos razonados a convertirse en un conjunto de normas sociales incuestionables. Justo lo mismo que ha pasado en apenas 100 años respecto a los Derechos Humanos.
Aunque la práctica del veganismo implica una serie de consideraciones de más difícil cumplimiento que en el caso de limitarnos a respetar a otros seres humanos, cabe entender que la explotación animal se origina por un prejuicio moral. Con esto queremos expresar que si la sociedad comprende o asume el veganismo, ya fuere por reflexión propia o inculcación social, nuestra sociedad encontrará vías y herramientas para evitar cualquier forma de explotación animal que alguien quisiera excusar apelando a la necesidad.
Todos podemos contribuir a que el mundo del mañana sea más justo con los animales. La clave para lograrlo está en realizar un activismo educativo y centrado en forjar esa masa intelectual que detonará el gran cambio ético. Entonces nuestra sociedad, por activa o por pasiva, dejará de inseminar, criar y seleccionar animales; dejará de comerlos, de vestirse con sus cuerpos, pelajes y pieles, de entretenerse a su costa; dejará de comerciar con sus vidas, de usarlos como objetos de compañía, deporte, trabajo, decoración, experimentación, emergencias o servicios sociales; dejará cazarlos para demostrar su dominación y de encerrarlos en zoológicos, acuarios o delfinarios y de abusar sexualmente de ellos; dejará de utilizarlos en circos, en el cine, en sacrificios rituales, en ritos religiosos o de exterminarlos en mataderos, en ciudades o en la naturaleza al considerarlos «plaga» mientras, al mismo tiempo, se destruye sus hábitats naturales, se los asesina a demanda, se los persigue por desprecio, se impide su más mínima defensa, y se manipula y reproduce a otras especies con el argumento de evitar la extinción de especies animales.
En definitiva, esperamos que el ser humano del futuro podrá dejar de participar, por inercia social, en las injusticias y aberraciones provocadas e ideadas por nuestra especie a raíz del simple placer, beneficio o indiferencia.