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Las campañas animalistas no han cambiado desde el siglo XIX

Viñeta bienestarista acerca del maltrato hacia los caballos (Thomas Worth, 1880) - ASPCA - Campñas animalistas del pasado y del presente - Campañas animalistas
Viñeta bienestarista, dibujada por Thomas Worth en 1880, fundador de la ASPCA, para denunciar el maltrato sufrido por los caballos explotados en los transportes. Las campañas animalistas del siglo XIX no se diferencian de las actuales ejercidas por organizaciones animalistas.

Las campañas animalistas perpetúan la esclavitud animal

A título personal, me considero un amante del análisis crítico de nuestra historia para evitar los mismos errores del pasado. Los activistas veganos debemos conocer, con argumentos, que las campañas animalistas y sus medidas bienestaristas son un error tanto ético como estratégico:

  1. Suponen un error ético porque pedir un mejor trato para las víctimas no equivale a respetar ni a exigir derechos legales para ellas.
  2. Y suponen un error estratégico porque sólo ayudan a perpetuar el statu quo.

Tomemos, por ejemplo, un caso práctico. La viñeta que figura pertenece a una publicación realizada por Thomas Worth en 1880, fundador de la ASPCA (American Society for the Prevention of Cruelty to Animals), una organización animalista centrada en el maltrato que sufrían los caballos explotados para los servicios de transporte. Dicha organización sigue vigente en EE.UU y no ha variado su mensaje en aproximadamente 160 años.

Si observamos y leemos los argumentos de esta organización, nos daremos cuenta de que unos 160 años más tarde, las organizaciones animalistas de la actualidad siguen lanzando el mismo mensaje que en el siglo XIX. ¿Cómo se puede hablar de ir «paso a paso» cuando la estrategia y los logros —inexistentes— no han variado en siglo y medio?

El mensaje bienestarista de que basta con luchar contra el maltrato animal resulta insuficiente porque no cuestiona que los seres humanos carecemos de legitimidad para utilizar a los animales como objetos a nuestro servicio.

Partido Vegano - Niños jugando junto a caballo muerto (siglo XIX)
En esta fotografía, tomada cerca de 1900 en Nueva York, varios niños aparecen jugando junto a un caballo muerto. Esta imagen sirve para evidenciar la absoluta normalización pasada y presente respecto al holocausto animal por la inculcación del especismo.

Las organizaciones animalistas son cómplices de la explotación animal

A propósito de estas campañas animalistas, orquestadas por Thomas Worth para ASPCA en el siglo XIX, en el libro «The horse in the City» figura un comentario magistral contra la paradoja de las medidas bienestaristas:

Note the ambiguity here. While anti-cruelty groups were ostensibly focused on the living side of living machines, many of their policies also served to facilitate the use of horses as machines. The reality never quite matched the rhetoric and, of course, it introduced the familiar paradox of humans probably being the leading killers of animals in cities.

Nótese la ambigüedad aquí. Mientras los grupos anticrueldad se enfocaban ostensiblemente en los aspectos cotidianos de sus máquinas vivientes, muchas de sus políticas también servían para facilitar el uso de los caballos como máquinas. La realidad nunca coincidía con la retórica y, por supuesto, esto causaba la paradoja evidente de que los humanos se convertían en los máximos asesinos de animales en la ciudad.

La ASPCA no consiguió ni ha conseguido frenar el maltrato pasado y presente hacia los caballos porque el maltrato es una consecuencia lógica y esperable de que los consideremos seres inferiores que están obligados a servirnos. Y lo que es peor: facilitó la explotación de los caballos, incrementó el beneficio de sus explotadores e hizo aumentar el número de caballos explotados. Las estadísticas y otros argumentos que prueban esto se hallan en este mismo libro.

Al igual que esta viñeta asumía que estaba bien explotar caballos en carruajes si se hacia con buenos tratos, las organizaciones animalistas lanzan el mensaje de que está bien explotar y asesinar animales si se les da una buena vida. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Nada.

¡Derechos Animales ya! - Willians Howard
Fotografía de Willians Howard, autor de «La ética de la dieta».

Las reflexiones de Williams Howard sobre las campañas animalistas de su época

En este mismo contexto, aunque no gozaron de tanta popularidad, había autores críticos con la propia esclavitud animal y cuestionaban la ilegitimidad del ser humano para criar, explotar y asesinar animales. Resulta especialmente claro y locuaz un texto escrito por Williams Howard en 1883 para promover el veganismo —su base ética— antes de que fuera definido 70 años más tarde.

Williams Howard, cual ilustre visionario, supo analizar la mentalidad y comportamientos de su época y supo adelantar que en el siglo XXI habría muchos más humanos como él que percibirían como ignominiosas y condenarían tajantemente toda forma de explotación animal:

Al buscar en los registros de este siglo XIX —en las actas y procedimientos de innumerables sociedades científicas y eruditas, especialmente las de los Congresos de Ciencias Sociales y Sanitarias—, es igualmente imposible dudar de que nuestros descendientes más ilustrados (tal vez del siglo XXI de la era cristiana) observarán con asombro que, entre tanto hablar y escribir sobre moralidad y ciencias sociales, poca o ninguna investigación seria se puede encontrar respecto de un tema que aquellos escasos hombres más reflexivos de todos los tiempos han estado no obstante de acuerdo en colocar en la base misma de todo el bienestar tanto público como privado.

Y es probable que su asombro no disminuya cuando descubran que, entre toda la gran masa de publicaciones teologico-religiosas, periodísticas o de otra índole (suponiendo que una proporción considerable de ellas sobreviva), no parece existir conciencia alguna de la verdad de virtudes tales como la humanidad o la compasión universal, como tampoco obligación ninguna de sus autores de exhibirlas para la consideración seria del mundo.

Todo ello a pesar de la existencia contemporánea de una asociación de reformadores humanitarios de ya largo recorrido que, aunque pocos en número y carentes de la posición de dignidad y poder necesaria para la atención de la humanidad, han tratado, por todos los medios a su disposición —estrados y prensa, panfletos y tratados, apelando a la vez a la ciencia, la razón, la conciencia, la autoridad de pensadores más elevados, la lógica y los hechos— de protestar contra las crueles barbaridades, el despilfarro criminal y las influencias desmoralizadoras de la carnicería, demostrando con su propio ejemplo, y con el de un gran número de personas de las más diversas partes del planeta, la completa viabilidad de una Vida Compasiva.

En este fragmento se dirige específicamente a la idea falaz —aparentemente novedosa— de que exigir un mejor trato genera una avance en la protección de los animales:

[...]

Queda aún por abordar una falacia un tanto joven. Recientemente se ha creado una asociación —algo intempestiva, cabe decir— formada por algunos sanitarios reformistas que apelan a razones humanitarias para su defensa de una «reforma de los mataderos», presentando como una de sus propuesta la posibilidad de evitar el salvajismo y la brutalidad del oficio de carnicero mediante un uso parcial o general de métodos de matanza menos lentos y repugnantes que el cuchillo y el hacha tradicionales.

Ninguna persona humanitaria rechazará acoger cualquier signo, por débil que sea, de un despertar de conciencias en la sociedad, o más bien en la parte más reflexiva de la misma, a las obligaciones que demanda la compasión global, ni dejará de encomiar las reivindicaciones que muestren alguna piedad o alguna consideración hacia las especies sometidas, así como aquellas de las que hace reclamo la justicia; ninguna persona humanitaria rehuirá cualquier tipo de propuesta que ayude a mitigar la enorme suma de atrocidades a las que los animales inferiores se ven permanentemente sometidos por razón de la avaricia, la gula y la crueldad de los humanos.

Pero, al mismo tiempo, ninguna persona humanitaria seria podría aceptar el sofisma de que un intento por paliar una crueldad y un sufrimiento innecesarios pueda ser algo satisfactorio para la conciencia y la razón.

En vano, las personas con algún escrúpulo de conciencia respecto de la práctica atroz de la carnicería pueden pretender la erradicación de sus crueldades sin dejar de complacer su apetito por los lujos de la mesa.

La inmensidad de las demandas de los carniceros —demandas que aumentan constantemente a medida que aumentan los recursos pecuarios, estimulados por el ejemplo pernicioso de las clases elevadas—; el gran volumen de tráfico ferroviario y marítimo de «ganado vivo» (así llamado de un modo complaciente), cuyos espantosos horrores se han tratado de describir a menudo, pero siempre de forma insuficiente; la absoluta imposibilidad de supervisar con eficacia ese tráfico y esas matanzas —aun suponiendo que hubiera un mínimo deseo auténtico de hacerlo—; y el inveterado indiferentismo de los órdenes legislativos y las clases influyentes, todo ello declara la inutilidad de tales expectativas y la indulgencia de tan cómoda esperanza.

Es, en resumen, y lo mismo que otras propuesta de remiendo, un intento por aplicar bálsamos sobre una herida irremediablemente enconada y gangrenada sin otro fin que aplicar una «unción complaciente» sobre las afecciones de la conciencia.

«Los males desesperados, o son incurables, o se alivian con desesperados remedios». El apestoso flujo de la crueldad debe ser detenido desde su fuente. La fuente y el origen de este mal —el matadero— debe ser abolido.

No obstante, pecó de cierto optimismo al no prever las barbaries que se cometerían en el siglo XX por medios de sendas guerras mundiales y el estancamiento ético que habría por la expansión del movimiento bienestarista, la publicidad ganadera y las técnicas de manipulación existente para evitar el avance del veganismo.

¡Derechos Animales ya! - Campaña de Igualdad Animal contra la crueldad en los mataderos
Esta campaña de Igualdad Animal, con el eslogan de «poner fin a la crueldad en mataderos» no se diferencia en absolutamente nada de las campañas animalistas ya existentes en el siglo XIX, propuestas por Thomas Worth y la ASPCA, y criticada duramente por el pensador Williams Howard.

Conclusión

La lucha contra la crueldad sufrida por los animales viene desde antiguo. Sin embargo, casi la totalidad de los activistas adoptaron y siguen adoptando una postura bienestarista que impide que los animales puedan obtener derechos legales reconocidos al justificar una suerte de explotación animal compasiva, que es tanto inética como imposible de llevar a la práctica.

Thomas Worth y la ASPCA representan la misma postura de personajes como Sergio García Torres y la Dirección General de «Derechos Animales». Mientras que Williams Howard se alinea éticamente con las bases morales de quienes hoy somos veganos en el sentido fiel y estricto de la palabra.

Los activistas veganos tenemos la obligación moral de mostrar la realidad y explicar que toda realidad tiene su origen en nuestra mentalidad. Si no cambiamos nuestra mentalidad para con los animales y seguimos repitiendo mensajes erróneos y antiguos, nada cambiará para las víctimas no humanas. De hecho, cada vez surgen nuevas formas de explotación y hechos atroces.

Si no eres vegano, piensa que no basta con oponerse a los zoológicos, los acuarios, a la caza, a las jaulas, a los festejos taurinos, al festival de Yulin, a las granjas peleteras nacionales o exóticas ni tiene sentido promover el respeto que merecen los animales apelando al medio ambiente. Para ser justos con todos los animales debemos rechazar el especismo, hacernos veganos y defender sus intereses inalienables.

Este artículo fue actualizado el 22/01/2024

Adrián López Galera

Adrián López Galera

Grado en Biología. Máster en Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales. Amplia experiencia en Derechos Animales, Escritura Creativa y Administración de sistemas informáticos.