cocodrilos

Las granjas de cocodrilos y la esclavitud de los reptiles

¡Derechos Animales ya! - Granjas de cocodrilos
Las granjas de cocodrilos son centros ganaderos destinados a la crianza de cocodrilos por su carne y piel. Toda forma de explotación y esclavitud animal es injusta con independencia de la especie de que se trate. El bienestar animal es un mero reclamo publicitario para tranquilizar la conciencia de los consumidores.

Las granjas de cocodrilos no son diferentes de cualquier otra ganadería

La explotación animal es universal porque la humanidad considera a todos los animales del mundo como seres inferiores que existen para servirnos. A tenor del actual desarrollo de las economías emergentes y la búsqueda de nuevos recursos que extraer de los animales, cada vez aparecen y se diversifican nuevas tipologías de granjas para satisfacer hasta el último apetito egoísta de nuestra civilización. En esta publicación, quisiera hablar sobre las granjas de cocodrilos.

Las granjas de cocodrilos son centros ganaderos dedicados a la crianza de cocodrilos por su carne y piel. En estas granjas se hacina a cocodrilos en un hábitat artificial de tipo lacustre y pantanoso, se los obliga a nadar y asolearse entre sus propios excrementos, se los alimenta con cadáveres de otros animales provenientes de otras granjas y se los asesina allí mismo en cuanto alcanzan el tamaño ideal para su relación mantenimiento-precio.

Debido a la presencia de osteodermos en algunas especies cocodrilianas, las granjas de cocodrilos suelen explotar exclusivamente a aquellas especies sin osteodermos como, por ejemplo, el cocodrilo poroso.

¡Derechos Animales ya! - Cocodrilo nada en el agua
Un cocodrilo parece un animal temible y falto de emociones, pero no lo es absoluto. Los cocodrilos no merecen menos respeto que un perro, un gato, un delfín, una ballena, una tortuga, un chimpancé o cualquier animal más próximo a nosotros o por el cual sintamos un apego especial.

Como sucede con otras formas de ganadería, las granjas de cocodrilos someten a esos animales a una vil esclavitud en donde se los coacciona, manipula y violenta sistemáticamente. Por ejemplo, en los cocodrilos —como en las vacas y otros herbívoros— también se produce la inseminación forzada de las hembras mediante semen extraído forzosamente a los machos.

En general, se utilizan soluciones salinas que se insertan a presión por la cloaca de los machos para forzar la emersión del pene y su eyaculación. A las hembras, por su parte, las inmovilizan de distintas maneras para introducirles el semen durante la época reproductiva.

En cuanto las hembras ovopositan, los empleados de la granja les roban los huevos y éstos los incuban o descartan según sus propios intereses de una manera muy similar a lo que acontece en la industria avícola.

Cuando la granja considera que alguno de sus habitantes reptilianos debe morir porque algún humano en alguna parte del mundo desea una cartera con sus escamas, lo capturan utilizando diversos instrumentos de tortura hasta asesinarlo por medio de un disparo en la corteza frontal.

Según manuales veterinarios y algunos consejos de «bienestar animal», la mejor manera de asesinar a estos animales —«sacrificio humanitario»— es usando un arma de fuego de bajo calibre para así evitar que se dañe su piel.

Debe notarse que jamás se persigue el bienestar de los animales en ninguna granja o forma de explotación animal; sino el bienestar y la conveniencia de quienes tienen algún tipo de interés sobre los animales esclavizados.

Rechazar el maltrato animal o pedir un trato más benévolo olvida que estos y otros animales son esclavos y que no pueden contar con derechos legales mientras la sociedad participe en la explotación animal cada día.

En el Partido Vegano condenamos las granjas de cocodrilos y toda forma de explotación animal. No existe ningún modo ético o compasivo de criar, esclavizar y asesinar animales como todos entendemos que tampoco puede haberlo para seres humanos.

Si realmente nos importa la justicia, debemos comprender que todos los animales, pequeños o grandes, sean mamíferos o reptiles, merecen respeto porque ellos, como nosotros, poseen intereses inalienables tales como la vida, libertad e integridad.