antropocentrismo

La caza y la dominación humana sobre los animales

¡Derechos Animales ya! - La caza y la dominación humana sobre los animales
La caza es una actividad humana que recrea nuestra dominación sobre los animales desde los albores de la civilización. Como ocurre con otras actividades o deportes, la caza se engloba en el conjunto de conductas especistas aprendidas durante la infancia.

La caza recrea la dominación humana sobre los animales

En este artículo, quisiera centrarme en la caza como forma de explotación animal asociada a la recreación o simbolismo de la dominación humana sobre los animales. Como ocurre con otras actividades o deportes, la caza se engloba en el conjunto de conductas especistas aprendidas durante la infancia.

A menudo, se parte desde el debate estéril de si la caza puede considerarse o no un deporte. Actividades como la caza, la pesca o la hípica entran en la definición general deporte. Otro tema, muy distinto, reside en que el hecho de explotar y matar animales por deporte sea injusto. Si un problema moral se plantea desde un prisma lingüístico, no habrá avance alguno.

La caza, tan adorada por unos y criticada por otros, es una práctica aprendida y transmitida a lo largo de las generaciones por herencia cultural. El aspecto cultural, tan remarcado por sus defensores, es irrelevante en Ética y Derecho. Poco importa que la caza sea o no un deporte; que algo sea parte de nuestra cultura no significa que sea correcta o respetable.

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Los animales desean vivir sus vidas en paz. Los humanos no tenemos derecho a matar a otros individuos sin que exista una situación límite, como la defensa propia.

Razones antropológicas de la caza

En nuestros días, lejos de ser entendida como una acción antropológica ejercida por supervivencia, la caza continúa practicándose en múltiples culturas humanas por una razón antropológica: ésta es una recreación de nuestra dominación sobre los animales y sobre la naturaleza en sí. El ser humano, por su necesidad de darle un sentido y fin a su existencia, ha ido considerando históricamente que dominar a los demás animales con quienes compartimos el planeta era una forma de mostrar valentía y virtudes para escalar en el rango social.

Antaño, la caza tenía un propósito vinculado a la jerarquía en el grupo y para la práctica de artes de la guerra. De esta forma, la enseñanza de la caza adquiría un valor asociado a la atención parental, la mejora del rendimiento físico, la capacidad de seguir un objetivo y abatirlo. La cosificación, inherente a la explotación animal, se convertía así en un fenómeno que servía para potenciar que los jóvenes se convirtieran en futuros guerreros capaces de matar a otros como ellos.

Tal como señala el filósofo Luis Tovar:

La caza dejó de ser una necesidad real a partir del Neolítico. Su práctica se continúa principalmente, casi exclusivamente, por pura diversión. Como los animales están excluidos de la comunidad moral, y son considerados como objetos y meros recursos, entonces la caza ha continuado hasta nuestros días a pesar de que no existe ninguna razón que justifique infligir ese daño a los animales. Es otra actividad que se mantiene por tradición, al igual que muchas otras que implican violencia sobre los animales. Sucede lo mismo también con la práctica de comer animales, que se mantiene principalmente motivada por la costumbre y el placer, a pesar de que no existe necesidad que la pueda justificar.

La caza moderna no es un mero pasatiempo o una actividad propia de gente enferma, psicópatas o un simple negocio lucrativo. En nuestros días se ejerce como ritual cultural de dominación mediante el cual se celebra, homenajea y reivindica la dominación humana y la opresión del ser humano sobre los demás animales.

Se trata de una forma de explotación no basa en los recursos obtenidos por la carne o la piel de los animales abatidos; sino en el disfrute y el regodeo personal ante el autoconvencimiento de la supremacía humana sobre las otras especies a las que considera su propiedad. La caza, como otras formas de explotación animal, es una consecuencia lógica y esperable del especismo y de nuestra mentalidad cosificadora hacia los animales.

El valor de la caza, como un acto antiguo y vinculado a la nobleza y a la guerra, lo transforma a su vez en un deporte de élites extremadamente caro. De esta forma, se genera un doble elitismo humano basado en el dinero y el sentido del privilegio de poder estar en un coto de caza para abatir a un animal inocente.

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El ser humano ha ido exterminando sistemática a los animales carnívoros porque, además de ser valiosos trofeos que muestran nuestra dominación humana, tales animales entran en conflicto con los intereses ganaderos.

Conclusión

El especismo es la causa directa de todas las formas de explotación animal: desde los zoológicos, los delfinarios, la ganadería, la apicultura, la avicultura, la crianza de perros como mascotas o como comida, la experimentación animal, las terapias con animales, los juguetes especistas, e incluso de la destrucción del medio ambiente, de la extinción de especies y de las sequías.

Los activistas veganos nos oponemos a la caza porque es una forma de explotación animal. Otros colectivos únicamente rechazan la caza furtiva porque consideran que los animales sólo tienen un valor social o económico que preservar. Cabe recordar que no existe ninguna diferencia ética entre cazar animales o pagar para que otros los asesinen en un matadero. Los animales termina igualmente muertos y no tenemos ninguna necesidad atentar contra sus intereses inalienables.

Si queremos combatir la caza y otras formas de explotación animal se vuelve estrictamente necesario conocer su origen y desarrollo. Los análisis simplistas y reduccionistas sobre la realidad y acerca de la psicología humana no sirven para luchar por el cese de estas prácticas.

Este artículo fue actualizado el 22/01/2024

Adrián López Galera

Adrián López Galera

Grado en Biología. Máster en Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales. Amplia experiencia en Derechos Animales, Escritura Creativa y Administración de sistemas informáticos.