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Los zoológicos son centros de explotación animal

¡Derechos Animales ya! - Elefanta y su bebé en el zoológico - Conservación de especies - Zoocosis - Zoológicos
Los zoológicos son centros de explotación animal. A menudo se los llama «cárceles» en un sentido metafórico o expresivo; pero son más que eso. El argumento de que sirven para conservar especies animales es tanto falso como falaz. Nadie puede ser feliz viviendo entre cuatro paredes. Los animales poseen el interés inalienable de moverse libremente y de que sus acciones no sean coartadas por terceros. Debido al encierro, desarrollan zoocosis. Ninguna excusa como la «conservación de especies» puede cambiar este hecho evidente.

Un ensayo sobre los zoológicos

En esta entrada, quisiera disertar y aclarar algunos puntos sobre la injusticia de encerrar y exhibir animales como objetos, refutar los argumentos que suelen esgrimirse para justificar estas acciones, señalar los efectos que conlleva el encierro para los animales y condenar aquellos enfoques erróneos con que, adrede o sin intención, se vierten sobre el acalorado tema de los zoológicos.

Los zoológicos son centros de explotación animal que retienen animales de por vida, los exhiben para obtener lucro y los desechan cuando ya lo valen para este propósito.

Tal como sucede con los circos, sólo se diferencian de una granja en que los animales no tienen una «fecha de caducidad» determinada desde el propio nacimiento y en que no tienen por qué ser cruzados sistemáticamente, aunque también ocurre. Los zoológicos asesinan («sacrifican») a crías y a aquellos animales que no les rentan o que carecen de sitio.

¡Derechos Animales ya! - Entrada del zoológico Herman Park Zoo
Entrada del zoológico «Herman Park Zoo». Los zoológicos de la actualidad son una renovación y reminiscencia de los primeros muestrarios o puntos de exhibición de animales capturados en el Nuevo Mundo durante la época colonial.

El origen de los zoológicos

Los zoológicos derivan de las colecciones de privadas de animales. Aunque éstas se remontan hasta la época clásica, no fue hasta la época colonial en que se extendieron entre las principales potencias.

Entre las razones históricas del surgimiento de los zoológicos destaca el interés de los occidentales por «captar» el mundo descubierto en África y Oriente. Secuestrar, vender y exponer animales —junto a esclavos indígenas— en ferias y recintos de todo el mundo se convertía en un negocio muy lucrativo mientras el ser humano empezaba a valorar los descubrimiento de la Era Moderna con fines utilitarios.

La mentalidad del ser humano para con los animales no ha cambiado desde hace siglos. Todavía se siguen alegando, desde entonces, las mismas falacias (conservación de especies, bienestar animal, cultura social, etc.) para justificar la cautividad, encierro, aislamiento y la separación de familias animales en centros que los exhiben como simples objetos y mercancías en un museo.

¡Derechos Animales ya! - Mandril encerrado
Los zoológicos son campos de concentración para animales. Quienes sienten y padecen son los individuos, el argumento de la conservación de especies supone una aberración contra los intereses inalienables de las víctimas.

¿Por qué los zoológicos son injustos?

Como cualquier otra forma de explotación animal y lugar donde se practique, la mera existencia de los zoológicos vulnera los intereses inalienables de las víctimas que allí se encuentren.

Ningún animal desea verse separado de sus familias, privado de libertad, manipulado ni coaccionado de ninguna forma. Los zoológicos, por definición, implican separación, manipulación y coacción; pues ningún animal, voluntariamente, se deja separar, manipular ni coaccionar.

Los zoológicos aplican medidas de contención para evitar que los animales se escapen. Los animales se escapan, precisamente, porque no les gusta estar encerrados. En el sector se dividen dos tipos de barreras físicas para confinar a los animales contra su voluntad. Se clasifican en «medidas de contención primarias» y en «medidas de contención secundarias» que se complementan con las primeras. Tales barreras cambian de tamaño y forma según la especie confinada.

Por ejemplo, para encerrar chimpancés, suele utilizarse un foso con agua como medida de contención primaria para evitar que escalen y, como medida de contención secundaria, suelen emplearse vallas electrificadas por si aun así lo consiguiesen. Qué ético, ¿verdad?

¡Derechos Animales ya! - Suricato - Zoocosis
Los animales confinados en zoológicos experimentan una monotonía de por vida. La zoocosis es el trastorno más común en todos ellos.

La zoocosis y otras secuelas de los animales encerrados

Antaño, a los zoológicos se los llamaba «jardines zoológicos». Al margen de la etimología, se convierte en un verdadero eufemismo al equiparar la belleza de una jardín con la tristeza de decenas, cientos o miles de animales encerrados en uno.

Los animales confinados en zoológicos experimentan y desarrollan patologías físicas y psicológicas muy diversas y graves debido a la carencia de movilidad, de relaciones sociales y de estímulos externos. Los zoológicos son campos de concentración en que están retenidos contra su voluntad por la mera razón de no haber nacidos como ejemplares de la especie hegemónica.

El confinamiento de los animales desemboca en zoocosis. En 1992, Travers creó ese término para aludir a la conducta maniática de aquellos animales confinados en zoológicos. La zoocosis se manifiesta por medio de comportamientos repetitivos o estereotipados.

Los animales con zoocosis suelen presentar una serie de síntomas visibles según la especie: deambular en torno a los límites de su parcela, lamer repetitivamente las paredes o barrotes de la jaula, morder partes de su cuerpo, rascarse constantemente, realizar movimientos de torsión, sujetarse o agarrar objetos presentes e incluso herirse y mutilarse extremidades, entre muchas otras manifestaciones.

Como biólogo, siento una especial tristeza cuando otros profesionales de mi rama incurren en una contradicción de libro al afirmar que un animal debe estar en su hábitat y, al mismo tiempo, justificar que esté en un zoológico. Otros profesionales se limitan a señalar o a estudiar las estereotipias como si el animal fuese máquina que se comporta así por la presencia o ausencia comida, de pareja copulatoria o por cuatro razones triviales.

La psicología de los animales es tan compleja como la nuestra y a ellos no les basta con un buen trato. Quieren ser libres porque todos poseemos el interés inalienable de movernos y desplazarnos sin que un factor externo nos limite.

¡Derechos Animales ya! - Leona en cautividad - Conservación de especies animales
Mientras en África se los caza sistemáticamente por dinero u honor tribal, se crían y retienen a leones en cautividad con el argumento de la conservación de especies. ¡Qué paradójico!

Argumentos proteccionistas respecto a los zoológicos

Desde sectores proteccionistas (ecologistas), se oye la justificación de que los zoológicos sirven para conservar especies. Esto incurre en una falacia y una falsedad.

No existe ningún argumento válido para justificar la explotación animal sin incurrir en falacias dialécticas. El caso de los zoológicos no es una excepción. A menudo, se alega que cumplen un papel relevante para la «conservación de especies» (nótese que el término ya viene cargado de cosificación). Este argumento es doblemente falaz:

  1. Este argumento parte desde la petición de principio de que es necesario, útil o justificable «conservar especies» en cautividad. A nosotros nos corresponde respetar sus vidas. Nada más.
  2. Este argumento elude la evidencia moderna de que, mientras muchas especies en peligro de extinción se hallan en zoológicos, el ser humano sigue devastando sus hábitats naturales. No es posible «conservar» a una especie animal que se ha quedado sin un hábitat en donde vivir. Un animal sin hábitat es un animal virtualmente extinto.

Obviamente, el argumento de la «conservación de especies», aparte de falaz, resulta una mera excusa con que obtener lucro mediante la absoluta privación y secuelas que implica sobre los animales encerrados.

Los zoológicos no tienen la función —biológica, social o comercial— de conservar especies. Su origen se remonta a la Época Colonial y son un anacronismo de cuando el ser humano occidental fue a tierras lejanas a estudiar, capturar y comerciar con animales y humanos (ambos esclavos entonces).

Hace apenas unos siglos había zoológicos humanos en las principales ciudades europeas. Y, para entonces, alguno de los argumentos esgrimidos era que éstos permitían que los aborígenes pudieran estar en taparrabos y mantener sus costumbres ahí dentro como en su «hábitat natural». ¿A qué nos recuerda esto?

Y, en segundo lugar, el argumento de conservar especies no justifica la explotación de ningún sujeto (humano o no humano). El concepto de «especie» es una abstracción. Las especies ni sienten ni padecen. Quienes existen son los individuos y sobre ellos debemos responder; pues son ellos quienes poseen intereses inalienables (vida, libertad e integridad).

Partido Vegano - Leopardo en un safari
Que un animal disponga un terreno amplio no significa que sea libre. Todos los animales son legalmente esclavos y presos del ser humano. Muchos zoológicos se venden como «reservas naturales» en que a los animales se los explota como elementos del paisaje y se los manipula cuando se requiere.

Argumentos bienestaristas respecto a los zoológicos

Desde sectores bienestaristas (animalistas), suele pedirse un mejor trato para los animales confinados en zoológicos y se cuestiona su «utilidad» apelando a que no cumplen su función de «conservar especies».

Resulta paradójico y evidente que el bienestarismo, al compartir su base utilitarista con el proteccionismo, únicamente cuestione los zoológicos por el trato y su falta de utilidad, lo cual implica que si un zoológico dispusiera de mucho espacio al aire libre y cumpliera con su «papel» de conservar especies, entonces, según otros partidos y organizaciones animalistas, no habría ningún problema.

Para prueba de ello, estos grupos nunca condenan ni condenarán la crianza en cautividad de animales en centros de recuperación de especies —que también confinan animales— ni los zoológicos de tipo «safari» porque los animales tienen suficiente «calidad de vida».

Encerrar a un sujeto sin su consentimiento no tiene ninguna justificación posible más allá de la legalidad. Los zoológicos no son más o menos justos según si cumplen las leyes de Bienestar Animal. Como ya se señaló antes, el objetivo de conservar una especie animal no justifica su cautiverio ni aunque se garantizara su bienestar. Aun cuando un animal confinado no sufriera zoocosis, nadie tendría legitimidad para encerrarlo. Lo injusto no radica en las condiciones de la esclavitud; sino en la esclavitud en sí misma.

Partido Vegano - Chimpancé con una ramita en la boca
El argumento de la «conservación» carece de justificación ética. No tiene nada de justo encerrar a sujetos contra su voluntad alegando que se practica por su propio bien, ¿aceptaríamos los zoológicos humanos —que existieron en el pasado— con el argumento de que sirven para conservar tribus y sociedad autóctonas en peligro de extinción?

Los zoológicos violan los Derechos Animales

Los zoológicos son centros de explotación animal en que los animales cumplen un propósito estético con que la empresa de turno se beneficia. No existe ninguna diferencia ética con otros lugares en donde se explota a los animales. Al igual que en las granjas, los zoológicos no dudan en inseminar, marcar y asesinar animales cuando no les resulta rentable mantenerlos.

Los animales están injustamente confinados, y padecen enfermedades y trastornos (zoocosis) de los que somos culpables como sociedad. Los argumentos proteccionistas y bienestaristas, lejos de acabar con los zoológicos o mejorar las condiciones de los animales, sólo refuerzan el especismo que genera y deriva en las atrocidades que dichas organizaciones dicen combatir.

Los Derechos Animales parten desde el principio ético de igualdad para afirmar que no tenemos legitimidad para explotar a otros sujetos y que carece de sentido ético justificar para otros aquello que no querríamos para nosotros mismos.

Si queremos que los animales sean libres, debemos dejar de centrarnos en cómo los tratan y pasar a enfocarnos en que no tenemos legitimidad para regir las vidas de los animales. Los animales podrán recibir un reconocimiento universal de derechos cuando exista una masa social que deje de participar en su explotación.

Los animales sólo podrán recibir protección legal y estar protegidos frente al «maltrato animal» y otras acciones humanas si primero se les reconocen derechos legales. No basta con dejar de asistir a zoológicos, acuarios y análogos. Para ser justos debemos de abandonar la creencia de que seamos superiores a ellos y respetarlos. Ése —y no otro— es el significado del veganismo.