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El abuso contra los débiles, la rata Wistar y la racionalización del poder

¡Derechos Animales ya! - El abuso contra los débiles, la rata Wistar y la racionalización del poder
El ser humano ejerce un abuso contra los débiles y concibe una narrativa para justificar su opresión contra terceros por no pertenecer al grupo hegemónico. En esta entrada relacionamos el mito del progreso científico mediante la experimentación animal, el fenómeno de la esclavitud negra y la cosificación absoluta de la rata Wistar como consecuencias de una misma realidad.

Introducción

Los activistas veganos apoyamos un progreso científico que no implique la manipulación y experimentación forzada en sujetos. La investigación con animales es siempre inmoral porque ellos, como sucede con niños pequeños o humanos que padezcan alguna alteración cognitiva, no pueden consentir ni participar voluntariamente en pruebas científicas. Hace varios meses publicamos la noticia de que había habido miles de voluntarios para probar los primeros prototipos de la vacuna para el coronavirus.

En esta publicación queremos hablar de cómo la humanidad se aprovecha de los débiles, de su racionalización del poder y de las consecuencias de nuestra visión cosificadora hacia los miembros del exogrupo hasta crear una raza animal destinada a la tortura y a la muerte.

Partido Vegano - Gorila en un zoológico
A menudo se aduce de que no importa causar víctimas por tal de que se produzca un progreso científico. Este argumento es una racionalización antropocéntrica de nuestro dominio sobre terceros. En la historia se ha practicado la experimentación forzada en humanos por la misma razón que hoy se sigue practicando en animales: porque racionalizamos nuestro poder para ejercer un abuso contra quienes son débiles.

El abuso contra los débiles se encubre bajo la falacia del progreso científico

En primer lugar, cupiera aclararse qué entendemos como abuso contra los débiles. Esta expresión no significa que seamos especialmente violentos contra quienes consideramos débiles; sino que empleamos nuestras capacidades físicas y mentales para violentar a quienes no pueden defenderse. En ese sentido, el término «abuso» se refiere a nuestra capacidad para someter a otros ante el uso que queremos hacer de los mismos.

La experimentación animal existe desde antes siquiera de época de la Ilustración, asociada a rituales religiosos, mágicos o esotéricos. Si la ciencia ha mantenido la experimentación animal hasta la fecha no es tanto por su utilidad —que no justificaría en ningún caso la crianza y asesinato sistemático de millones de animales—, sino porque los animales, debido a nuestro mayor o menor parecido genético, pueden servir para todo tipo de pruebas que se basan en la mera especulación. Por ello, los avances en computación demuestran que, además de carente de ética, la experimentación animal es una metodología vetusta. El progreso científico puede —y debe— lograrse sin experimentación animal.

La razón principal de por qué se utilizan animales en laboratorios de investigación es la misma de por qué nuestra sociedad cría animales para comérselos, vestirlos o divertirse al matarlos en una plaza. Se debe a que nuestra especie cree que el poder —la capacidad de hacer algo— otorga legitimidad —el derecho de hacer algo—: coaccionamos, violentamos y asesinamos a los animales porque no pueden defenderse de nosotros.

Y no pueden defenderse porque hemos creado todo tipo de instrumentos de control y desarrollado prácticas para destruir su autonomía y su organización social desde hace cientos de generaciones. En el caso específico de los «animales de laboratorio», con frecuencia, a éstos se los manipula hasta convertirlos en individuos traumatizados que no se atreven a dar un paso para evitar una descarga eléctrica.

Partido Vegano - Toro con un narigón o anillo nasal y cadena oxidada - Abuso contra los débiles
Este toro, como todos los demás animales, es un esclavo del ser humano porque nuestra especie se arroga la legitimidad para usar a otros sujetos como simples objetos o recursos para sus fines. No puede haber progreso científico ni social si primero no cambiamos nuestra mentalidad de uso y abuso contra los débiles.

El especismo y la racionalización del poder

El fenómeno de la explotación animal subyace en el especismo, en el prejuicio de que las acciones son justas o injustas según la especie de la víctima. Llevamos miles de años aprovechándonos de los animales gracias a nuestra mayor inteligencia —aunque a menudo no obremos con ninguna racionalidad— y, a tenor de ello, fuimos creando una narrativa para justificar nuestra opresión sobre otros animales para evitar disidencias en el grupo y no sentirnos culpables por hacerlo.

Este proceso de racionalización está muy bien estudiado con el ejemplo de la esclavitud humana. Con posterioridad al inicio del comercio de esclavos africanos, acontecido a partir del Renacimiento, surgió el argumento occidental de que los humanos de raza negra estaban destinados a servir a los blancos porque Noé maldijo a Canaán para que él y sus descendientes quedaran desnudos y postergados ante la sociedad y los ojos de Dios.

De esta manera, el ser humano crea una narrativa de falsos argumentos con que poder discriminar entre sujetos que pertenecen al grupo y los que quedan fuera del grupo. Este fenómeno se ha repetido a lo largo de la historia hasta convertirse en un proceso básico para establecer y perpetuar un régimen opresor por simple interés y conveniencia.

En lo tocante a los animales, la narrativa humana va desde que son una creación divina para servirnos —el ser humano pasa a ser el señor o vicario en la Tierra designado por Dios— hasta el argumento pseudoracional de que no merecen respeto porque no son tan inteligentes como nosotros. En todos los casos acontece el mismo fenómeno: la racionalización de un prejuicio para cohesionar a un grupo en torno a la explotación que ejerce sobre terceros.

Partido Vegano - Ratas Wistar enjauladas en un laboratorio de experimentación animal - Progreso científico
Fotografía de un laboratorio de experimentación animal con «ejemplares» de rata Wistar enjauladas. Cosificamos a los animales hasta el punto de que los clasificamos y ordenamos en estanterías para disponer de ellos según el interés.

La rata Wistar como ejemplo del abuso contra los débiles

De entre todos los ejemplos que podríamos tratar, hemos optado por relatar brevemente la historia de la rata Wistar. La rata Wistar, el animal más explotado en laboratorios de experimentación en todo el mundo, es una raza o variedad genética seleccionada por el Instituto Wistar en 1906 que tomó su nombre a partir del mismo. Las ratas Wistar son descendientes albinos de la especie salvaje Rattus norvegicus.

El Instituto Winstar seleccionó y fue cruzando sistemáticamente a ratas albinas y ciegas para engendrar así una raza artificial —la rata Wistar— cuya menor capacidad sensorial la volviese más indefensa ante el ser humano. No hay que incurrir en el error generalizado de que un animal se muestre dócil ante el ser humano con que sea incapaz de sobrevivir en la naturaleza.

A partir de estos hechos, podemos argumentar que una acción interesada nos conduce a asentar un prejuicio que justifique dicha opresión y que, en última instancia, el control absoluto de unos sujetos y nuestra tecnología nos lleva a expresar nuestra cosificación moral en forma de una cosificación tangible.

Puesto que los consideramos objetos que existen para servirnos, llegamos a ingeniar maneras de desposeerlos de cualquier grado de personalidad y de capacidad de sentir para convertirlos en meros autómatas, en máquinas cuyo único fin es servirnos del modo en que hemos establecido. Como ya hemos señalado en otras entradas, el ser humano sólo concibe la existencia de todos los animales del mundo como domesticados o exterminados.

Partido Vegano - Cráneo de búfalo
El ser humano sólo concibe la existencia de los animales como domesticados o exterminados. Ningún animal del mundo es libre ni podrá siquiera soñar con la libertad mientras nos dedicamos a perseguir y exterminar animales, a veces, mediante recreaciones de nuestra dominación humana como fruto de conductas especistas aprendidas desde la infancia.

Conclusión

Como conclusión, toda forma de explotación animal existe y se perpetúa por una razón cultural. El abuso contra los débiles es el fruto de nuestra mentalidad opresora. Podemos y debemos vivir sin explotar animales —usarlos como recursos para nuestros fines— porque ellos sienten, padecen y quisieran vivir tanto como nosotros con independencia de sus sentidos o grado de inteligencia.

Se vuelve absolutamente ineficaz lanzar campañas sobre el maltrato animal o respecto a las condiciones de los «animales de laboratorio» o explotados en cualesquiera formas porque todo ello es solamente la consecuencia esperable y necesaria de la existencia de un prejuicio, de una mentalidad supremacista que nos lleva a pensar que practicar esas acciones sea correcto porque no pertenecen a nuestra especie.

La rata Wistar y las miles de especies explotadas en experimentación animal, para alimentación y otros sectores, están ahí porque consideramos a los animales como instrumentos. Mientras eso no cambie, la violencia sistemática será el pan de cada día. Si realmente nos importa la justicia universal, dicha justicia no puede quedar supeditada a ningún prejuicio sostenido por la tradición ni el beneficio personal o colectivo frente a terceros. Juntos podemos cambiar esta realidad en favor de los animales.