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La explotación de animales en el cine

¡Derechos Animales ya! - La explotación de animales en el cine - Animales explotados como actores
La explotación de animales en el cine una práctica que sigue vigente desde los albores del siglo XX. Los animales explotados como sujetos u objetos, en el contexto de la obra, son esclavos desechables del ser humano. Los animales actores no quisieron serlo.

Introducción

Las películas, series y otras creaciones audiovisuales son un verdadero arte de nuestro tiempo moderno. Sin embargo, el uso que hacemos de los animales en el cine y su representación en películas apenas ha cambiado desde su surgimiento en los albores del siglo XX. En este artículo, me gustaría exponer algunas reflexiones sobre la explotación animal en el cine y la relación existente entre el especismo, el uso de animales y su representación cinematográfica.

El cine constituye el arte de la representación a través de una pantalla. Nos permite viajar hacia épocas pasadas y adentrarnos en futuros inconcebibles. La imaginación humana es profunda y diversa, no obstante, nuestra ética hacia los animales ha sido uniforme a lo largo del mundo y del tiempo. Esto se ha traducido en dos fenómenos íntimamente relacionados en cuanto al tratamiento y la representación de los animales en el cine:

  • La explotación de animales en el cine como sujetos de la película o serie: Ocurre cuando se utiliza a animales como actores y sus acciones desempeñan un papel relevante en la trama.
  • La explotación de animales en el cine como objetos de la película o serie: Ocurre cuando se utiliza a animales como medios para permitir el avance de la trama.

En ambos casos, por supuesto, a los animales se los emplea como recursos al servicio de la obra y en beneficio económico y productivo del ser humano. Esta clasificación responde únicamente a la función de los animales dentro del contexto de la ficción.

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Los animales actores son animales coaccionados para beneficio de los productores.

La explotación de animales en el cine como sujetos: los animales actores que no quisieron serlo

Si entendemos que un actor humano elige serlo y tiene un contrato estipulado sobre los riesgos, entre otras situaciones. Los animales, en cambio, son legalmente esclavos a quienes se emplea sistemáticamente contra su voluntad y, a veces, se los utiliza como meros elementos desechables.

Hablamos de «animales actores» para referirnos a aquellos animales explotados con una función principal en la obra. Los ejemplos de este caso son muy numerosos y abarcan múltiples especies, desde animales domesticados hasta animales salvajes que pasaron por un proceso de adiestramiento forzoso.

A pesar de que ya existe la tecnología necesaria para recrear animales de toda clase con sumo realismo, la explotación de animales en el cine sigue estando vigente tanto en producciones de menor presupuesto como en aquéllas en donde se busca emplear animales domesticados y comunes, por ejemplo, perros, gatos, caballos, etc. Tanto desde el cine mudo en blanco y negro hasta las megaproducciones en 4K, el ser humano continúa utilizando animales como recursos o instrumentos al servicio del metraje.

Por ejemplo, tenemos películas conocidas de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI, como «Babe, el cerdito valiente», la cual se saldó con centenares de animales adiestrados que terminaron en el matadero; «War Horse», basada en un libro, relata acontecimientos de la primera guerra mundial tomando a un caballo como figura testimonial; «101 dálmatas», en su versión de carne y hueso; y series famosas como «Flipper», para la cual explotaron a varios delfines que murieron en cautividad.

Asimismo, cuando la acción implica algún riesgo serio, los actores humanos disponen de dobles y especialistas. Por el contrario, aun cuando los animales estén entrenados, ellos no pueden negarse a ninguna situación estresante, dolorosa o peligrosa. Este aspecto nos dirige, a su vez, a la consideración de que los animales explotados como actores son esclavos desde el nacimiento a quienes, de una forma u otra, se los adiestra para cumplir una función hasta que, finalmente, se los desecha.

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Una película cualquiera suele presentar diversas formas de explotación animal que se presentan cual decorado o elementos que ofrecen continuidad a la trama.

La explotación de animales en el cine como objetos: los animales al servicio de la trama

El mayor número de animales explotados en el cine viene regido por su uso circunstancial en el argumento de la película o serie. Los animales sometidos para este fin pueden aparecer vivos o muertos. O, según el caso, mueren específicamente durante a filmación, por ejemplo, si se rueda una escena de caza o pesca reales.

La aparición de los animales puede variar enormemente según la naturaleza de la obra. No obstante, al igual que sucede con los ámbitos generales, pueden distinguirse distintos fines: alimentación, vestimenta, transportes, etc.

Una situación llamativa la tenemos cuando se explota a los animales para representar acciones crueles propias del pasado o como representación de una visión romántica e idealizada de la explotación animal practicada por tribus y sociedades humanas menos desarrolladas tecnológicamente.

Por ejemplo, para el primer caso, tenemos películas como «Black Beaty», basada en la novela homónima de Anna Sewell, la cual, irónicamente, denuncia el maltrato animal mientras ejerce violencia contra los animales al usarlos para estos propósitos. Igualmente, tenemos una adaptación de la misma obra a manos de Disney lanzada en el año 2020. Esta última, quizás, encajaría mejor en el apartado anterior de «animales actores».

Y, para el segundo caso, un ejemplo famoso lo encontramos en la película «Avatar», la cual es una clara crítica hacia el colonialismo occidental e incurre en una visión romántica de la ideología y de los patrones de comportamiento contra los animales que provienen de «culturas ancestrales», tales como la caza ceremonial o el «sacrificio ético».

En nuestros días está bastante extendido el argumento relativista posmoderno de que el respeto hacia los animales sólo sea aplicable a la cultura occidental, como si el resto de la humanidad no tuviera obligaciones morales.

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Pese a la existencia de magníficas técnicas y efectos especiales, la explotación animal en el cine sigue vigente porque resulta fácil, accesible y menos costosa.

El movimiento animalista suele olvidar la explotación de animales en el cine

Si la explotación de animales en el cine no recibe tantas críticas, en comparación con la tauromaquia, quizás se deba a que la sociedad está desconectada de la realidad y le cuesta afrontar el origen de un problema o aquello que implica el mismo hecho de que un animal aparezca ante la cámara. Nada resulta fácil ni gratuito para las víctimas.

Por ejemplo, grandes producciones del cine del oeste se saldaron con la muerte de decenas de caballos a los que se hacía cabalgar a pleno sol por los desiertos de Norteamérica o se los dejaba demasiado tiempo sin agua, como ocurre en ferias, romerías y otras explotaciones de corte costumbrista. Estos hechos aparecen relatados a menudo en los medios de comunicación como casos de «sufrimiento animal». No. Lo correcto es hablar de esclavitud animal.

Otra razón, más sangrante, radica en que las organizaciones animalistas destinan recursos a fenómenos limitados y de fácil «apaño». Igualdad Animal gana más dinero centrándose en la tauromaquia o en la explotación de perros en China, sirviéndose de la xenofobia, que abarcando casos generales o para especies que no reciben atención mediática.

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Los avances en tecnológicos en materia audiovisual puede suplir con creces los «requerimientos» de explotar animales en películas y series. Sin embargo, siempre estarán sometidos mientras no cambie nuestra mentalidad hacia ellos y enjuiciemos nuestras acciones.

Conclusión

La explotación animal está tan extendida en todos los ámbitos humanos que ninguno se escapa de participar en una violencia sistemática y sistematizada contra aquellos sujetos que no pertenecen a nuestra especie.

Con nuestras entradas, suscripciones y visionados estamos contribuyendo a una sucesión de injusticias, desde la inseminación forzada de hembras y la coacción de machos, hasta procesos de adiestramiento y doma para conseguir que los animales actores (esclavos) hagan cuanto se les ordene hacer.

Quizás, no podemos evitar ni seamos causantes de estos males al ver determinadas películas o series. Sin embargo, debemos investigar de antemano cuáles producciones han perpetrado una explotación animal directa e intencional para no contribuir ni recompensar estas acciones.

No se trata de que a los animales actores se los atienda mejor o peor en las producciones de cine, series o en cualquier otro lugar. Nuestro error radica en que nos creamos con legitimidad para usarlos a nuestro servicio.

Poco importa si se los mata para comer, si se los encierra en zoológicos, acuarios o delfinarios; si se los cría en granjas peleteras, si se los mete en terrarios, si se investiga con ellos hasta practicarles un necrosia, si se los viola o si les causamos la muerte por desidia durante una grabación. Toda forma de explotación animal es igual de injusta.

Debemos cambiar radicalmente nuestra visión hacia todos los animales y reconocer que ellos también son personas de otras especies. Pues, como nosotros, poseen intereses inalienables tales como la vida, la libertad y la integridad.

Existe el veganismo y existe la explotación animal, no hay tercera opción.