Gafas 3D para mejorar la producción láctea de las vacas


[Fuente de la fotografía: Cadena Ser]
Unas gafas 3D para vacas con el fin de camuflar la realidad
En noviembre del 2019, se difundió la noticia de que una granja en Rusia había iniciado un experimento para incrementar la producción láctea de sus vacas esclavizadas. Siguiendo el paradigma antropocéntrico del Bienestar Animal, la idea consistía en reducir el estrés, la ansiedad y ciertos malestares psicológicos —sufridos por las vacas y otros animales confinados en granjas—, poniéndoles unas gafas 3D mediante las cuales pudieran ver paisajes bonitos y amenos.
Rápidamente, el experimento alcanzó una amplia difusión y causó una gran controversia. Nuestra sociedad actual, lejos de conocer la realidad de los animales domesticados y de entender las intenciones de la industria ganadera, piensa que el uso de nuevas tecnologías —como estas gafas 3D— suponen una ayuda o mejorar para el bienestar de los animales. Nada mas lejos de la realidad.

La realidad siempre supera a la ficción
En primer lugar, el bienestar de un individuo —ya sea humano o cualquier animal— es incompatible con la esclavitud y con las prácticas que conlleva un régimen esclavista. Los animales esclavizados como «ganado» han de soportar el miedo, la angustia y el sufrimiento causado por procedimiento sistemáticos tales como la inseminación forzada, la separación de crías, el marcaje a fuego, el descorne, la colocación de crotales y, finalmente, el viaje al matadero.
Si a alguien le importase de verdad el bienestar de estas vacas y de otros animales, dejaría para participar y promover tales prácticas. ¿Reduce el estrés de las vacas estas gafas 3D a pesar de que hayan vivido cómo las separaron de sus crías o de que hoy mismo le hayan marcado un número sobre la grupa?
En segundo lugar, es un error utilizar el bienestar de los animales como criterio para evaluar las acciones humanas. Los animales no solamente desean evitar el sufrimiento; sino que respetemos sus intereses inalienables (vida, libertad e integridad). Por esta razón tratan de escaparse de zoológicos, se produce zoonosis, depresión y múltiples trastornos psicológicos que la industria y los distintos centros de explotación animal tratan de ocultar.
Basarse en el bienestar y promover el uso de gafas 3D para reducirlo implica partir desde la premisa falaz de que el ser humano tenga legitimidad siquiera para encerrar vacas y a otros animales y hacer con ellos lo que nos plazca. El sufrimiento es únicamente una consecuencia de la explotación animal. Nuestro error fundamental radica en creer que contamos con potestad para disponer de otros sujetos y de usarlos como simples recursos para nuestros fines.

Conclusión
Los animales no son seres autómatas: saben distinguir su realidad frente una imagen proyectada sobre una pantalla. Las vacas y otros animales no son ni pueden ser felices mientras violamos a diario sus intereses fundamentales.
Esta granja rusa no pretende incrementar la producción láctea con unas gafas 3D; la finalidad real de este experimento se resume en obtener publicidad, llamar la atención y conseguir manipular al consumidor, de manera que continúe y aumente sus consumo de leche y de otros productos de origen animal al creer que dichas víctimas viven bien y de que basta con darles un buen trato antes de rajarles la garganta.
La mayor parte de la humanidad no conoce límites ni remordimiento cuando se trata de infligir sufrimiento y muerte en otros sujetos por tal obtener un beneficio: dinero o placer. Los activistas por los Derechos Animales condenamos cualquier intento aberrante de la industria para maquillar la realidad. Tal como hoy entendemos que la esclavitud humana no tiene cabida en una sociedad de progreso, debemos comprender que la esclavitud animal carece de lugar en el presente y en el futuro. Esto lo han expresado expertos juristas internacionales en la Declaración de Toulon.
Ningún invento tecnológico puede cambiar u ocultar la aberración misma que supone la cosificación, el desprecio y la discriminación hacia los diferentes. En ese caso, se ejercen y promueven tales acciones porque las víctimas no son humanas. No hay ninguna ciencia capaz de justificar nuestros actos. El especismo, como otras discriminaciones morales, se origina y transmite por cultura y adoctrinamiento desde la infancia. Podemos cambiar.