Normativa de bienestar animal


Introducción
Este artículo va dirigido a aquellos interesados en conocer la normativa de bienestar animal y protocolos de prevención de riesgos laborales asociados al manejo de animales.
A lo largo de este texto voy a definir, explicar y a hablar de la normativa de bienestar animal existente para explotaciones ganaderas (vacuna, equina, porcina, etc.) y de cualquier otra índole según el marco legal vigente a nivel nacional o europeo.
Si has llegado a este artículo para obtener referencias o una descripción de procesos formativos o metodológicos para estudiar o trabajar en explotaciones ganaderas, o bien eres estudiante de alguna formación profesional agropecuaria o en sanidad animal, operario en explotaciones ganaderas, zootecnista o instructor en ramas de zoología o etología aplicada, te recomiendo que continúes leyendo para adquirir una perspectiva diferente de cuanto podrás leer en centenares de webs, guías, manuales o en los propios boletines del Estado.

¿Qué es una normativa de bienestar animal?
Una normativa de bienestar animal es un conjunto de instrucciones o disposiciones legales que establecen el conjunto de acciones o estados aplicables a un animal para considerar, o no, que goza de cierto bienestar mientras está sujeto a un programa o proceso de cría, recría, entrenamiento, confinamiento, manipulación, encierro, transporte, sacrificio, etc.
Cada jurisdicción, ya sea de orden infranacional o supranacional, cuenta con una serie de leyes y regulaciones aplicables a los animales y a su manejo porque toda actividad, laboral o no, debe estar legislada para minimizar la interferencia y el perjuicio potencial de los intereses involucrados en una operación o sobre un mismo bien.
Legalmente, los animales están catalogados como bienes muebles semovientes (objetos con movimiento autónomo). Esto significa, en resumidas cuentas, que cualquier normativa referida al manejo de animales existe en el mismo plano legal que las existentes para el manejo, creación, producción, desecho, etc., de cualquier objeto común y corriente, ya hablemos de un calcetín o de una lavadora.

¿Por qué se establece una normativa de bienestar animal?
Cualquier normativa deriva del interés humano —social o económico— en obtener productos y servicios por medio de una actividad. Una normativa de bienestar animal, sea cual fuere, existe para incrementar el beneficio o placer obtenido (mentalidad utilitarista imperante) por el ser humano mediante la explotación de un animal, para una actividad o un fin decidido por una persona o entidad física o jurídica.
A pesar de que ya existen voces en contra de la reificación (cosificación) animal, el marco legal vigente establece que los animales son meros recursos o mercancías que los operarios, trabajadores u otros humanos involucrados en una actividad deben tratar y manejar de una determinada forma para cumplir con la ley.
Las leyes amparan los usos y costumbres de un pueblo. Y, en lo tocante a las actividades ganaderas, una normativa de bienestar animal tiene el fin de incrementar la eficiencia de una actividad relacionada con el manejo de animales —generalmente productiva— sin causar un sufrimiento innecesario a los animales explotados y esclavizados (estos últimos dos adjetivos especificativos solían utilizarse en el siglo XIX; pero acostumbran a omitirse en la actualidad por aquello de la corrección política).
La razón de por qué una normativa de bienestar animal persigue minimizar el sufrimiento animal es la misma de por qué contempla la prevención de riesgos laborales. Dado que los animales sienten y padecen como los seres humanos, ejercer malos tratos y causar un sufrimiento excesivo para la actividad ejercida implica deteriorar el valor final del producto o servicio obtenido.

El cinismo de la explotación animal
A diferencia de los objetos, en el sentido literal y físico del término, los animales no son máquinas o seres inertes inmunes o indiferentes a aquello que les hacemos. Los malos tratos (acogidos en el término bienestarista de «maltrato animal») incrementan los riesgos potenciales de que se produzcan accidentes en el entorno de trabajo y de que haya un conflicto de interés entre los humanos participantes.
Ninguna normativa de bienestar animal busca o trata de «ser más justos» con los animales ni nada parecido, simplemente existe porque toda actividad debe estar regulada por las razones ya aducidas. Dichas normativas se engloban bajo el término engañoso de «bienestar animal» porque se refieren a una serie de condiciones mínimas que puedan garantizar el máximo aprovechamiento del animal para el fin deseado.
Al mismo tiempo, esta catalogación puede utilizarse con fines políticos y comerciales para el mantenimiento de estas actividades. Lo mismo acontece con el caso de cursos o planes de estudio bajo los términos de «sanidad animal» y otros inventos modernos. Por ejemplo, en doma se emplea el concepto de «liderazgo» para no decir «dominio» o «sumisión», y se habla de «manejo de animales» por tal de no decir «control de animales», un término parece haber quedado reservado para el exterminio sistemático de aquellos animales catalogados como «plagas».
El ser humano tiene una tendencia hacia la búsqueda de nuevos términos y la separación arbitraria entre conceptos relacionados con la esclavitud humana para así evitar un conflicto moral con las acciones que ejerce contra los animales. Se incurre en un grave cinismo cuando, aun siendo conscientes y sapientes de la fisiología y psicología de los animales, recurrimos a tales conocimientos únicamente para aprender cómo mejorar la eficiencia y rentabilidad de una explotación a costa de la vida, libertad e integridad de tales víctimas.
Nuestra especie, a tenor de su profundo antropocentrismo, sabe perfectamente que a ningún animal le gusta ser coaccionado, violentado o asesinado de ninguna forma. Sin embargo, omite estos hechos científicos y se limita a establecer una normativa de bienestar animal por tal de seguir beneficiándose a costa de los más débiles. Esta mentalidad supremacista, y no otra, ha sido la causante de los mayores crímenes de la humanidad cometidos contra nuestra propia especie y contra quienes son de otras especies.

Una normativa de bienestar animal es una oda a la hipocresía
El ser humano comete una hipocresía infinita cuando, en la actualidad, muchos manuales y documentos oficiales afirman o parecen mostrar preocupación por el trato que se les da a los animales durante una actividad determinada mientras validan el conjunto de dichas actividades.
Por ejemplo, no es nada extraño encontrar libros o manuales diversos que versan sobre cómo descornar o encrotalar bóvidos, castrar cerdos y encerrar a cerdas de cría, marcar a fuego o con nitrógeno líquidos a équidos, y un largo etcétera, señalando pautas para reducir el estrés y sufrimiento de los animales aun cuando tales acciones sólo se ejercen en beneficio humano y no del animal.
Un ejemplo flagrante lo tenemos en el caso del destete de distintos animales criados como ganado. A menudo se explica que ha de producirse una separación paulatina entre la hembra y la cría para evitarles estrés. Dicho «estrés» no es otro que la coacción y potencial separación y venta de tales animales; situaciones que genera el propio ser humano en beneficio de su propio individuo y colectivo.
Las mismas explicaciones que hoy se dan para los animales catalogados como «ganado» aparecían durante la época de la esclavitud negra para facilitar las subastas de madres e hijos que terminarían separados en distintas familias blancas. Y los intereses de fondo no han cambiado desde entonces.
Si a un ser humano cualquiera le importarse, de verdad, el trato que se les da a los animales durante una actividad o explotación ganadera, empezaría por cuestionarse la necesidad o legitimidad para ejercer tales acciones.
Nuestra sociedad no participa en la explotación y esclavitud animal por una necesidad biológica, sino por una razón cultural transmitida y conservada de generación en generación a razón de la existencia de claros beneficios sociales y económicos en detrimento de los animales criados, perseguidos y exterminados durante el proceso.

Conclusión
Este artículo tiene el fin de describir qué es una normativa de bienestar animal y de ofrecer una visión general sobre por qué y para qué existen. Atendiendo al conocimiento científico y a las evidencias sobre la sintiencia, conciencia e inteligencia animal, este breve ensayo busca alentar a la reflexión a aquellos interesados o profesionales en actividades relacionadas con la explotación animal.
A mi juicio, resulta espantoso y aborrecible que la mayor parte de la humanidad viva desconectada éticamente de sus acciones y se limita a aprender o imitar a base de repetición sobre lo que otros hacen o enseñan.
No es posible justificar la explotación animal ni ninguna de las crueldades que los humanos cometemos a diario sin recurrir a falacias o falsedades científicas. Si todavía no eres vegano o defensor de los Derechos Animales, tu momento ha llegado.