plagas

¿Sobrepoblación humana o plaga humana?

¡Derechos Animales ya! - Sobrepoblación humana o plaga humana
La población humana ha alcanzado cotas insostenibles para el planeta. Debemos afrontar el problema de la sobrepoblación humana o plaga humana tanto por nuestro futuro como por el de otros animales.

Introducción

La sociedad del siglo XXI sigue manteniendo muchas conductas y aspiraciones que, lejos de lo racional, proceden de instintos y sentimientos básicos y compartidos con otros animales. En este artículo, deseo argumentar que existe una sobrepoblación humana, por qué es objetivo afirmar que hemos alcanzado el nivel de convertirnos en una plaga humana en el planeta y cómo podemos o debemos enfrentar el problema de la población humana fuera de los asuntos convencionales.

El ser humano, desde los albores de la civilización, ha establecido con los demás animales una relación depredadora y parasitista. En otros artículos he tratado los aspectos de la discriminación moral, así como algunos desencadenante biológicos referidos a nuestra actitud hacia los animales y el conjunto de símbolos y recreaciones de poder con que hemos establecido argumentos falaces y mecanismos de defensa social —o statu quobasados en la utilidad.

Han sido muy pocos los pensadores en la historia que han cuestionado las acciones humanas para con los animales. Ha sido relativamente reciente cuando se ha empezado a abolir algunos de los mayores crímenes causados por la humanidad a otros humanos. Y hoy, cientos de miles de años después de nuestro surgimiento como especie en la Tierra, es la primera vez que existe un colectivo creciente para la defensa de los animales y sus derechos.

Sin embargo, la promoción del veganismo y la lucha por los Derechos Animales queda empañada o subsumida ante el crecimiento incesante y exponencial de la población humana, la cual ha generado una sobrepoblación humana o plaga humana. Esto hecho nos invita a desarrollar una visión bastante pesimista de un futuro próximo.

¡Derechos Animales ya! - Ectoparásitos de las vacas
El ser humano cataloga como plaga a cualquier animal que perjudica a nuestros intereses. En esta fotografía, por ejemplo, se hablaría de que esta vaca sufre una plaga de moscas porque las moscas perjudican el valor de esa vaca —objeto, propiedad o esclava—, es decir, porque perjudican nuestros intereses derivados de la esclavitud animal.

¿Los humanos somos una plaga?

Para nuestra sociedad especista y antropocéntrica, plaga sólo pueden serlo los animales, las plantas, los hongos, las bacterias y otros organismos; no nosotros. Durante mi carrera en biología tuve profesores de ecología que negaban sistemáticamente que los humanos fuéramos plagas o que pudiéramos serlo.

Aunque suene llamativo, he oído en bocas de científicos que la población humana —por ser humana— siempre será una población «natural» porque «somos responsables de nuestras decisiones», como si los demás animales se reprodujeran siguiendo únicamente un intrincado reloj biológico —o fuesen simplen máquinas autorreplicantes— y como si la moralidad de una acción variara según la naturaleza de su origen.

Resulta especialmente chocante que un investigador dedicado a los efectos de la contaminación, la deforestación y el cambio climático niegue, en cambio, que tales efectos estén relacionados con la sobrepoblación humana. A la vista queda que el antropocentrismo es un prejucio capaz de anular cualquier atisbo de autocrítica y racionalidad en lo tocante a la población humana.

Podemos afirmar que ya existe una sobrepoblación humana porque nuestra magnitud poblacional, unida a nuestros hábitos de vida, consume e impacta sobre la biosfera mucho más de cuanto ésta puede resistir (concepto de «resiliencia ecológica»).

Hay quienes aducen que no es correcto hablar de sobrepoblación humana porque nuestro impacto va mediado principalmente por nuestros hábitos de consumo. No obstante, considero que este enfoque es falaz porque se vuelve imposible desligar la huella ecológica de un ser vivo a sus propias acciones, ya sean o no estrictamente necesarias para su supervivencia.

Si entendemos que, en un sentido social, el significado de «plaga» alude a cualquier conjunto de organismos cuya población perjudica a nuestros intereses, se vuelve lógico aceptar que, si la población humana perjudica a otros sujetos —los animales— por nuestra población desmesurada, entonces es justo afirmar que existe una plaga humana respecto al resto de los animales.

Ocurre, no obstante, que el ser humano evita usar los mismos términos despectivos para nosotros que los usados para otros animales. Ésta es la razón, y no otra, de por qué se ha popularizado el concepto de «sobrepoblación humana» y no el de «plaga humana».

¡Derechos Animales ya! - Esquema de crecimiento de la población humana
Los humanos, en conjunto, nos hemos convertido en una plaga para los animales con quienes compartimos el planeta. Considerar esto no significa ni aboga la misantropía ni conlleva afirmar que haya razas o culturas humanas mejores, peores, superiores o inferiores.

Hablar de plaga humana no implica ni justifica la misantropía

Un camino fácil para el lector medio sería aducir que hablar de «plaga humana» evidencia algún tipo de trastorno mental o un fuerte componente misántropo en quien redacta estas líneas. Aunque no queda en mi mano que cada quien interprete mis textos con la finalidad deseada, no puedo sino recordar que este término responde a una mera analogía del uso social que hace la humanidad cuando tacha a determinados animales, sus poblaciones y especies como «plaga» —o incluso de «especies invasoras»— en un sentido absoluto del término.

Soy de la opinión de que el progreso social y ético depende de la confrontación de ideas. Y de que dicha confrontación de ideas se ve favorecida por la reflexión que suscita el uso de nuevos términos o giros idiomáticos para expresar un planteamiento no considerado — o no de esa forma— o sobre el cual recaen prejuicios previos. He aquí mi advertencia in media res.

¡Derechos Animales ya! - Agricultura y pesticidas
La agricultura intensiva para alimentar al ganado esclavizado es una de las mayores causas de deforestación. La deforestación, a su vez, favorece el cambio climático y otras consecuencias sobre el clima. La sobrepoblación humana y nuestra mentalidad hacia los animales perjudican nuestra propia supervivencia y destruye absolutamente la de ellos.

El enfoque antropocéntrico de la sobrepoblación humana o plaga humana

Cuando uno plantea siquiera el hecho objetivo de que ya hay y habrá más humanos que la capacidad del planeta para regenerar aquellos recursos que necesitamos, la sociedad sólo suele caer inmediatamente en los argumentos antropocéntricos de corte ecologista.

Dado que los humanos nos consideramos seres especiales, superiores y cuya obligación ética se limita a nuestros semejantes, no cabe extrañarse de que la sobrepoblación humana sólo se plantee como un problema para la supervivencia de las futuras generaciones. A menudo, se esgrime el aforismo de que debemos dejar «un planeta mejor para las generaciones futuras» en lugar de comprender que debemos dejar «mejores generaciones futuras para el planeta».

El planeta, como tal, no es un sujeto ni posee derechos porque no cuenta con intereses. La Tierra es un espacio físico finito compuesto por la suma de innumerables compuestos moleculares que forman estructuras inertes o vivas. Cuando un ecólogo habla de «planeta» se refiere a la biosfera. Y cuando un activista vegano —como un servidor— habla de «planeta» se refiere al conjunto de sujetos no humanos, es decir, a los animales.

Cuando se dice que la sobrepoblación humana supone «un problema para el planeta» se incurre en un reduccionismo antropocéntrico en que «planeta» pasa a significar el conjunto de recursos que nuestra especie requiere para sobrevivir. El enfoque ecologista no adquiere, pues, un sentido ético ni filosófico, sino meramente antropocéntrico. A menos que entendamos dicha postura como una filosofía antropocéntrica.

¡Derechos Animales ya! - Niños pobres en la India
La pobreza es, a veces, resultado de una baja planificación familiar unida a costumbres y hábitos heredados. Se da la paradoja de que el ser humano decide controlar la reproducción de los animales con el argumento de evitar las plagas o los abandonos mientras no tiene ningún tipo de conciencia sobre nuestra propia reproducción y cómo hay niños que terminan viviendo entre la basura.

La hipocresía social respecto a la sobrepoblación humana

Como he señalado en otros ensayos, el ser humano no duda en exterminar a otros animales al considerarlos plaga mientras, al mismo tiempo, el ser humano niega su propia condición y no hay ningún otro ser en la Tierra que cause o pueda causar potencialmente más daño a sus semejantes y al resto.

La sociedad presenta una serie de ideas erróneas respecto a su reproducción y la del resto de los animales:

  1. La sociedad humana piensa que nuestra reproducción —tener hijos— está motivada por factores diferentes al de los animales. Los humanos nos reproducimos porque se trata de un instinto natural para la supervivencia de la especie. Es, a posteriori, cuando la sociedad y los científicos buscan un supuesto origen surgido de un elevado razonamiento con que distinguirse de la «reproducción vulgar» de otros animales. En humanos, el cuidado parental implica sacrificios sociales y legales, medidos en energía y tiempo, que no pueden justificarse apelando a la necesidad del individuo o un beneficio potencial. La «apetencia» por tener hijos está condicionada por un factor biológico y cultural.
  2. La sociedad humana piensa que su reproducción está legitimada en sí misma. Otros animales presentan mecanismos fisiológicos o conductuales para controlar su reproducción. En cambio, el ser humano se reproduce con una planificación que, en muchos casos, llega ser inferior a la de otros animales. Resulta llamativo que la sobrepoblación humana esté más presente en aquellas regiones del mundo con menor índice de alfabetización o grado de desarrollo tecnológico, lo cual viene a confirmar que la reproducción no proviene en su mayor parte de una educación o reflexión previa, justo como sucede en los animales.
  3. La sociedad humana piensa que tiene legitimidad, en cualquier caso, para condicionar o impedir la reproducción de otros animales. Como consecuencia del antropocentrismo ya aludido, el ser humano busca reproducirse sin planificación ni estima de las consecuencias mientras ejercer acciones sistemáticas para la mutilación de órganos genitales de perros, gatos y otros animales con el argumento de que es por su bien o para evitar el abandono de animales. Ambos argumentos proceden de una mentalidad —el bienestarismo— que no percibe a los animales como sujetos que merecen el mismo respeto que nosotros.
¡Derechos Animales ya! - Sobrepoblación humana o plaga humana
Un crecimiento perpetuo es insostenible y físicamente imposible en un medio finito. Que haya regiones del mundo con una densidad humana tan alta ya es un signo evidente de que nos hemos convertido en una plaga humana y de que algo estamos haciendo mal.

¿Por qué debemos reducir nuestra población?

Aparte de la evidencia científica en lo tocante a la supervivencia de la humanidad, la sobrepoblación humana —o plaga humana— supone un grave problema para los animales con quienes compartimos el planeta. Si entendemos que los animales no son máquinas autorreplicantes —o «activos autorreplicantes— en un sentido económico— porque sienten, padecen y poseen conciencia, entonces debemos no sólo cuestionar nuestras acciones para con otros humanos, sino también en cómo afectan o perjudican a los animales.

El ecologismo especista se acuerda de la extinción de especies y apela a la conservación de animales —como si fueran obras de arte en un museo— porque la desaparición de dichos animales, siempre sujeta a la plaga humana y sus actividades, supondría una merma para las actividades humanas, tanto aquéllas vinculadas a nuestras necesidades básicas (p. ej. comida) como aquéllas relacionadas con necesidades derivadas (p. ej. dinero).

A los animales no les basta con existir o estar cuidados en zoológicos, acuarios, delfinarios u otros centros de explotación animal. Ellos poseen intereses inalienables que los llevan a desear ser libres y a vivir sin la violencia, manipulación, coacción o intervención humana.

Por ende, cualquier enfoque que se limite a proponer la crianza en cautividad de animales para su preservación presente y futura no sólo está obviando el problema de la sobrepoblación humana y de la destrucción de hábitats naturales; sino basándose en el statu quo que detona la situación global que vivimos, es decir, el prejuicio de que sólo los seres humanos importamos y de que nuestros deseos bien merecerían la ruina y destrucción de la Tierra y de cualquier planeta que busquemos colonizar.

No sé si los seres humanos llegaremos a habitar otros planetas. Probablemente sí en un futuro más o menos lejano. Sin embargo, si no nuestra mentalidad para con los animales no varía, siempre seremos un virus o una plaga en perpetua autopropagación.

Este artículo fue actualizado el 22/01/2024

Adrián López Galera

Adrián López Galera

Grado en Biología. Máster en Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales. Amplia experiencia en Derechos Animales, Escritura Creativa y Administración de sistemas informáticos.