Las cenas navideñas, la incomprensión familiar y la hipocresía animalista
Ser vegano y sobrevivir a las cenas navideñas
Ser vegano puede llegar a ser muy duro en un contexto social en que más del 95% de la humanidad percibe a los animales como seres inferiores o simples objetos que existen para nuestro uso, servicio y disfrute. A tenor de ello, deseo expresar una reflexión sobre aquello que vivimos y sentimos una gran parte de los veganos cuando, por tradición y amor a nuestras familias, pasamos tiempo con familiares no-veganos en Navidad y en otras fechas señaladas.
El veganismo es un principio ético muy minoritario en la sociedad actual. Tan minoritario que el grueso de la sociedad no conoce el término, y a otro tercio le suena tristemente por las constantes tergiversaciones vertidas por la prensa acerca de supuestos famosos veganos que, después, afirman dejar su «dieta vegana» y comer jamón en Navidad.
Hay veganos que, en lugar de acudir a cenas navideñas con amigos o familiares no-veganos, prefieren quedarse solos en casa o con sus parejas. Resulta comprensible que no nos sintamos cómodos ante la elevada posibilidad de soportar bromas, comentarios fuera de lugar, preguntas retóricas con el talante de quien sienta cátedra y otras situaciones que dan la impresión de buscar provocación o un sentimiento de superioridad basado en el statu quo.
No obstante, también hay personas veganas que, con optimismo y afán de ejemplo, acuden a cenas navideñas y a otros festejos para demostrarles a sus familiares que los veganos somos humanos sanos física y psicológicamente. La dieta vegana es sana tanto para adultos como para niños.
A la sociedad general y a nuestros familiares les gusta expresar buenos deseos para el año próximo mientras sus acciones son las responsables de muchas injusticias y miserias en el mundo. Y, a veces, sus acciones llegan a ser incluso las culpables de su propia situación. A la sociedad le escasea la autocrítica y le abunda la hipocresía. Acontece una incomprensión familiar cuando se comenta esta realidad.La hipocresía en Navidad
La Navidad es una de las fechas que nuestro colectivo suele soportar peor. Así ocurre porque las fiestas de Navidad sonsacan el rostro más hipócrita y cínico de la sociedad humana cuando ésta ruega prosperidad y dicha mientras mantiene la mentalidad egoísta y narcisista de participar en la explotación animal por simple gusto, placer y conveniencia. No tiene sentido pedir paz en el mundo, o quejarse de las desgracias vividas, mientras se participa y financia la crianza, manipulación, coacción y asesinato de millones de animales a lo largo del año.
Por razones que muchas veces no entendemos, nuestros amigos y familiares no son conscientes de que sus acciones causan víctimas innecesarias y que, a nosotros, nos hiere tanto tales acciones como su incomprensión hacia nuestro modo de vida.
Nuestra sociedad, de una forma inculcada e irreflexiva, considera que la vida de los animales no vale nada y que sólo importa reducir el sufrimiento mientras nos aprovechamos de ellos de infinitos modos y maneras. Esta percepción utilitarista, denominada «bienestarismo», es la ideología imperante todavía entre los animalistas desde el siglo XVIII y la mayor responsable de que, todavía en el siglo XX, la lucha por los Derechos Animales se vea marginada y en un segundo plano frente a acciones y campañas especistas, sensacionalistas, monotemáticas y antropocéntricas.
Toda la sociedad humana es responsable en mayor o menor grados de las acciones que ejercemos sobre los animales y otras víctimas. A pesar de ello, existe una mentalidad ingenua y de autoengaño. Nuevamente, se produce una enorme incomprensión familiar cuando uno se limita a contar y explicar la realidad.Los animalistas deben salir de su burbuja especista
A menudo, algunos de nuestros familiares se consideran «animalistas» y no dudan en narrarnos en Navidad sus buenas acciones del año.
Muchos creen hacer el bien cuando se limitan a exigir jaulas más grandes para las gallinas, delfines en libertad —pero no para los peces que se encuentran a veces en el mismo acuario—, conejitos con los que no se experimente para comésticos —pero sí para vacunas— o perritos que puedan salir a la calle durante la pandemia.
Al mismo tiempo, olvidan o les parece menos prioritario que todos los animales están catalogados como «bienes muebles semovientes» —objetos con movimiento autónomo— y que, por tanto, el gobierno puede decretar el asesinato de cualquiera ellos.
Los animales no necesitan «animalistas concienciados» con el «sufrimiento animal». Lo que necesitan los animales son veganos, nada más y nada menos. Quien no es vegano está, por definición, ejerciendo una violencia sistemática y apoyando el sistema legal que permite y avala todo clase de injusticias contra los animales.
Esta explicación, tan sencilla si uno reflexiona sin prejuicios, suele caer en un saco roto en muchos de quienes se perciben a sí mismos como salvadores de los animales, mientras se dedican a proponer acciones inútiles o soeces, y a firmar campañas sobre «maneras éticas» de sacrificar animales «de abasto». Y, luego, durante las cenas navideñas, suelen ser de los más indignados ante el «maltrato animal».
Los animalistas, ya sean familiares, amigos o desconocidos, no lo hacen con mala intención. Simplemente han aceptado una serie de ideas erróneas sobre lo que implica defender a los animales ante la ley y cuáles acciones son éticas y coherentes para lograr el reconocimiento de derechos legales.
En nuestra mano queda elegir cómo afrontar las cenas navideñas y cómo trasladarle a la sociedad las razones de por qué todos los animales merecen respeto.Conclusión
La Navidad suele ser un momento poco halagüeño y triste para el colectivo vegano debido a la incomprensión familiar y la hipocresía de conocidos que se ven como defensores de los animales mientras no comprenden el fundamento de por qué los animales merecen respeto y causan daños evitables.
De nosotros depende tanto respetar a todos los animales como trasladar a la sociedad aquellos valores que nos mueven por dentro. A pesar de las dificultades de ser los únicos veganos en nuestras familias, debemos permanecer al pie del cañón porque las víctimas no-humanas sólo nos tienen a nosotros. Si quieres comenzar un nuevo año cambiando el mundo, te invito a conocer el apartado de formación para activistas.