La orca Lolita y su triste historia en el acuario de Miami
[Fuente de la fotografía: El País]
La orca Lolita es una esclava más del ser humano en el acuario de Miami
En la entrada de hoy, me gustaría presentar uno de los millones de casos reales de esclavitud animal en la actualidad. El pasado 24 de septiembre de 2020, la orca Lolita cumplió 50 años de cautiverio. Lolita nació libre, sin embargo, a la corta edad de 4 años fue capturada y llevada al Seaquarium, un acuario de Miami, para convertirse en una simple propiedad del ser humano, un objeto o un juguete al que adiestrar para exhibir, hacer reír a humanos sentado en una grada y lucrar a sus amos por medio de espectáculos variopintos.
Las orcas pueden llegar a nadar unos 160 kilómetros diarios y sumergirse a decenas de metros de profundidad. A pesar de ello, la orca Lolita está cautiva en una piscina de 18 metros de largo y de 6,1 metros de profundidad. Estos 50 años, Lolita los ha pasado como una esclava. Su cautiverio es culpa de la especie humana. Nuestra mentalidad especista no nos deja ver el daño que hacemos psicológicamente a los animales que utilizamos para nuestro fines.
Por desgracia, el caso de Lolita no es aislado. Casos como el suyo los podemos ver en nuestro día a día con especies acuáticas, aéreas y terrestres en todo tipo de centros de explotación animal. Ante estos hechos, la mayor parte de la sociedad —animalistas incluidos— asume el ideal bienestarista de «tener esclavos bien tratados» y sólo se preocupa y exige la mudanza o liberación de animales encerrados en zoológicos, acuarios o delfinarios cuando consideran que «sufren mucho ahí dentro».
Un grupo de indígenas Lummi, un pueblo originario del noroeste de EE.UU, se reunió con responsables de este acuario y pidió pacíficamente su liberación. Según declaró la organización bienestarista PETA (People for Ethical Treatment of Animals), la orca lleva una vida solitaria desde hace tres décadas, después de que su compañero Hugo se suicidara dándose golpes en la cabeza contra el reducido estanque que compartían. Estos animales, tan inteligentes, buscan maneras de acabar con su vida ante la absoluta cosificación y negación de sus intereses inalienables.
PETA, como todas las grandes organizaciones animalistas, sólo alza la voz contra el sufrimiento animal sin cuestionar en ningún momento el propio hecho de todos los animales son legalmente esclavos y sin tampoco poner el foco en que tales acontecimientos son la consecuencia de nuestra mentalidad antropocéntrica. De hecho, PETA ni siquiera reconoce el derecho de los animales a la vida.
Vista de la orca Lolita en su acuario —prisión— de Miami. Los indígenas Lummi muestran mayor preocupación que las miles de humanos que gastan su dinero para verla hacer piruetas. La humanidad muestra poca empatía hacia los animales.[Fuente de la fotografía: Infobae]
Los indígenas Lummi, como la sociedad general, no entienden la raíz del problema
En esta web, trato de evidenciar en cada artículo la realidad de los animales y la disconformidad de los activistas veganos ante cualquier tipo de explotación animal. Luchamos cada día para poder llevar el mensaje a más gente y que la sociedad comprenda la injusticia de utilizar a los animales a nuestro antojo.
Resulta tan injusto forzar a la orca Lolita y a otros animales a realizar espectáculos en un acuario como pasearnos encima de sus lomos, encerrarlos en jaulas, usar sus pieles como accesorios de moda, considerarlos comida, experimentar con sus vidas y cualquier uso que se haga de ellos en nuestro beneficio, por aparentemente benigno, divertido, provechoso o benigno que pudiere considerarse.
Debemos entender que no tenemos legitimidad ni potestad ética para regir ni sojuzgar las vidas de los demás. Los animales también son personas —sujetos que merecen respeto— y deberían tener derecho a ser libres y a disfrutar sus vidas en libertad.