El buey Pocholo y el blanqueamiento mediático del especismo
[Fuente de la fotografía: El País]
La situación del buey Pocholo se expone un blanqueamiento atroz
Hasta la fecha he dedicado varios artículos a falacias y la manipulación de organizaciones animalistas. En este caso, la entrada de hoy deseo dedicarla a un ejemplo flagrante de blanqueamiento mediático del especismo.
El lunes 7 de septiembre del 2020, varios medios de comunicación expusieron la noticia de que el buey más grande del mundo residía en Segovia. Estos medios trataron de justificarle al lector la «buena vida» que lleva este buey, todavía vivo, llamado Pocholo.
Los medios señalan que Pocholo vive en una suite —así lo denominan en las noticias— de 700 metros cuadrados, bebe 70 litros de agua y come 50 kgs de cereales variados cada día. Se emplean eufemismos y términos de asociación humana con la intención de blanquear el hecho evidente de que Pocholo es un animal esclavizado, una res encerrada en una ganadería que solamente puede comer y beber aquello que le disponga su propietario.
Le explican al lector estos datos al principio para manipular su percepción y causar una falsa sensación de paz y felicidad por Pocholo, y así, al llegar al final de la noticia en que nos informan de que, en cuanto alcance los 2400 kg, y batir así el récord Guinness, lo asesinarán y convertirán en 250 kilos de chuletas.
Como resultaba habitual durante la esclavitud negra, los medios de comunicación blanquean situaciones flagrantes de arbitrariedad e injusticia para normalizar el statu quo: que los animales son objetos ante la ley y que el ser humano los considera objetos a su servicio.
Los medios de comunicación generalistas son un mero reflejo de la mentalidad colectiva. Dado que la mayor parte de la sociedad percibe a los animales como objetos, se habla de ellos como un trozo de carne.Sólo se habla de batir un 'récord guinness'
El periodismo sin ética juega con la perspectiva del lector para reducir el impacto sentimental que despierta en nosotros el caso del buey Pocholo, al ser conscientes de que se habla de quitarle la vida a un animal para batir un récord Guinness. Al mismo tiempo, estos mismos medios no dudarían de mostrar indignación cuando suceden casos como el de la perrita arrojada a las fauces de un cocodrilo. Sólo parece importarles si un animal se lo asesina con un fin social o no. Así de claro.
Nos intentan engañar con un falso sentimiento de «por lo menos vivió de forma digna», «por lo menos fue feliz» para no causar rechazo de la mayoría de la gente; pero al pobre buey Pocholo le va a dar igual cómo vivió, si su zona era pequeña o grande, o si gozaba de tanta comida como le podía la gula.
El humano que lo ha hecho comer para que engorde su beneficio —ya que en todos estos casos se engorda al animal para obtener mayor rentabilidad— sólo pensaba en él mismo, al igual que la sociedad piensa en ella misma cuando ahora puja en listas de espera para llevarse un trozo de su cadáver cuando lo hayan asesinado.
A eso reducen sus criadores diez años de cuidados y diez años de vivir día a día con él: a 250 kilos de chuletas y un récord Guinness, porque amigos, eso es la ideología bienestarista: el animal vive supuestamente mejor para tener el mismo final, el matadero.
Las regulaciones de Bienestar Animal no van encaminadas a proteger a los animales; sino a incrementar los kilos de carne y a limpiar la imagen de los explotadores —con nuestros impuestos, de paso— en noticias manipuladoras como las vertidas sobre este pobre buey. Lo que más valora un animal, incluidos nosotros, es su vida, libertad e integridad. Estos intereses inalienables no pueden jamás desarrollarse bajo una condición de esclavitud y explotación.
Por todo ello, los activistas veganos debemos decir las cosas claras y llamar a las cosas por su nombre. El veganismo no puede ir de la mano del bienestarismo. Cualquier lucha que no tenga como prioridad otorgar el derecho a la vida y libertad a otro animal está al lado del opresor.