El coronavirus, psicosis colectiva y la pandemia del especismo
El coronavirus no es la peor pandemia...
El famoso coronavirus (COVID-19) está afectando a nuestro presente. Hasta hoy, no sabemos cuánto más alterará nuestras vidas en las semanas y los meses que se avecinan. En este artículo no voy a hablar de la biología del virus, de salud humana, de política, de medidas preventivas ni a hipotetizar sobre sus orígenes u otros planes maquiavélicos. Si algo hemos sacado en claro es que ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo en estos y otros aspectos. No deseo, en estos momentos de confinamiento impuesto, realizar una revisión de los estudios académicos ni seré yo quien siente cátedra.
En esta entrada únicamente pretendo relacionar la existencia y expansión actual del coronavirus con la psicosis colectiva y, en conjunto, con el especismo y la explotación animal. La peor pandemia no radica en ningún agente patógeno, sino en nuestra mentalidad para afrontarla. A la par que ha crecido el interés por usar mascarillas o por fabricar desinfectantes caseros, también se han producido y están produciéndose hechos lamentables y reseñables en lo tocante a la situación mundial que viven los animales no humanos. La verdadera pandemia sigue siendo nuestro prejuicio especista.
En esta fotografía, tomada en un Lidl de Sabadell, observamos que las únicas bandejas de la sección de regrigerados son las hamburguesas veganas Next Level. Esto pudiera deberse a que los no-veganos quieren ser solidarios con los veganos al no arramblar con aquellos productos deseados para nosotros o bien se trata de una muestra más de veganofobia.El instinto de supervivencia degenera en paranoia
Somos animales y tenemos instintos. Resulta incoherente afirmarlo en otros animales y negarlo en nosotros. Cuando estamos expuestos a un entorno hostil y vemos peligrar nuestra vida, se activan nuestros instintos de supervivencia y éstos pueden llevarnos a ejercer acciones y adoptar actitudes egoístas e irracionales. Si a estos sesgos individuales y endogrupales, seleccionados evolutivamente, le sumamos la discriminación moral generalizada que padecen los animales, obtenemos más y nuevas situaciones de abuso contra los más débiles.
Todos los animales del mundo están catalogados como bienes muebles semovientes —objetos con movimiento autónomo— y, aunque en algunos países traten de maquillarlo, ello implica que carecen de derechos legales y que el ser humano puede hacerles prácticamente cualquier cosa.
En relación a los animales, a continuación enumeraré algunos de los sucesos que evidencian esta psicosis colectiva y especista detonada por el coronavirus:
- Más animales abandonados en calles, carreteras y lugares públicos; ya sea por la creencia infundada de que puedan ser vectores de este virus o simplemente para beneficiarse gracias a esta situación de desconcierto.
- Más animales asesinados en mataderos y otros lugares como consecuencia del incremento de la venta de productos de origen animal y un cierto matiz veganófobo.
- Más animales asesinados en medios naturales y urbanos debido a unos planes de fumigación que no tienen en cuenta sus vidas ni su salud.
- Más animales explotados en experimentación animal para ensayar el virus y sus posibles vacunas; pues el ser humano se considera superior, más importante y que merece salvación aun cuando nosotros mismos creamos nuestros propios males.
- Más animales domesticados en una situación incierta porque ahora mismo no sirven para el propósito que se espera de ellos. En este categoría entran animales explotados en la tauromaquia, en la caza y en otras actividades turísticas y recreativas.
Gary Francione sucumbe a la psicosis colectiva por el coronavirus
Gary Francione, padre moderno del abolicionismo, está irreconocible. Desde hace un tiempo hasta ahora, está compartiendo en sus redes sociales un sinfín de publicaciones en las que insta a organizaciones ecologistas (proteccionistas) para que hablen sobre que comer animales es la causa del coronavirus.
Si resulta lamentable observar acciones injustas contra los animales por parte del ciudadano medio, todavía más sangrante se siente cuando las grandes organizaciones animalistas y pensadores reputados aprovechan la epidemia del coronavirus para transmitir un mensaje erróneo, sesgado o de simple burla hacia quienes comen carne; lo cual ignora, al mismo tiempo, que toda forma de explotación animal es injusta y que comer carne no implica, necesariamente, que surjan pandemias.
Esto lo han señalado, acertadamente, varios compañeros activistas. Aquí cito uno de tales textos:
Johan Ramírez Martínez:
It is very irresponsible to send out a message against the consumption of animal corpses due to this practice has negative effects on human health. In which case, if people improve their health and any signs of the virus eating animals and their secretions would we say the same? Actually, in China is promoting dairy and their sells have increased 13%. The cause of zoonotic pandemics could be or not the nonveganism, and this point is irrelevant, it exist hundreds ways of contagion that no necessarily come from animal abuse, in the same way with climate catastrophe, linking these topics like a platform to spread the message of veganism is ignore the inherent value of non humans that must be respect as a unique and legitimate aim in itself. Publications like this have no bearing with abolitionism.
(Traducción)
Es muy irresponsable enviar un mensaje contra el consumo de cuerpos animales debido a que esta práctica tiene efectos negativos sobre la salud humana. En ese caso, ¿si la gente recuperara su salud y cualquier síntoma del virus comiendo animales y sus secreciones diríamos lo mismo? De hecho, China está promoviendo los lácteos y su consumo se ha incrementado en un 13 %.
La causa de pandemias zoonóticas podría ser o no del no-veganismo y este aspecto es irrelevante. Existen cientos de maneras de contagio que no necesariamente proviene de la explotación animal, lo mismo ocurre con el cambio climático. Relacionar esos temas como un argumento para difundir el mensaje del veganismo significa ignorar el valor inherente de los no-humanos, que debe ser respetado como una razón única y legítima en sí misma. Las publicaciones como éstas no guardan relación con el abolicionismo.
El error, como señala este compañero, radica en tomar la parte por el todo y esgrimir el argumento antropocéntrico de que no deberíamos comer animales por nuestra salud. Seguir creyéndonos el centro del universo no beneficia en nada a las víctimas y no hablemos de aquellos animales que sufren otras explotaciones no relacionadas con la alimentación. Lejos de hacer autocrítica o de abrirse al debate, Gary Francione ha mentido, difamado y censurado a compañeros activistas que condenan este tipo de mensajes y ha evidenciado su vertiente más antropocentrista y narcisista durante estos días de encierro.
En esta captura, Gary Francione reconoce que censura a quienes le llevan la contraria y se sitúa como única autoridad en el abolicionismo. Traducción: «David Peris Cavero ya no está con nosotros. Él dice que entiende el abolicionismo mejor que yo, así pues, vamos a exonerarlo para que difunda su mensaje en otra parte».Gary Francione ha pasado de ser un pensador magistral en el ámbito de los Derechos Animales a convertirse en una sombra de sí mismo. Rodeado de palmeros y de individuos sin atisbo de autocrítica, no duda en soltar falacias ad verecundiam con las que acallar cualquier pensamiento diferente ni en poner a merced de sus seguidores a quien no siga a pies juntillas cada uno de sus argumentos.
Los animales están doblemente desamparados: una sociedad especista, e imbuida en una psicosis colectiva, los explota mientras otros supuestos defensores de sus derechos ponen su ego e intereses por encima mientras aparentan defender los de ellos. Es triste.