Por una adopción de animales responsable
La adopción de animales exige ética y responsabilidad
En el contexto de nuestra sociedad especista, adoptar animales se convierte en una labor altruista muy necesaria. En este artículo quisiera incidir en la importancia de promover y de ejercer una adopción de animales responsable de aquéllos que, por motivos muy diversos, no puedan vivir en libertad.
En redes sociales es el pan de cada día ver y compartir alguna publicación en donde aparece la adopción de animales en condiciones de necesidad. Adoptar y cuidar a alguien desvalido se considera una virtud mientras se respete al individuo y se lo estime como un igual en el sentido ético.
Durante el tiempo que estuve en grupos animalistas, me avisaban numerosas veces con el fin de yo difundiera y les hiciera publicidad a estas peticiones constantes. En principio, no tengo nada en contra de poner mi grano de arena siempre que la acción esté bien dirigida. Por desgracia, la desesperación de particulares y albergues los lleva a menudo a ser cómplices de la misma violencia y explotación que desembocó en el abandono de tales animales.
En relación a esto último, resulta muy triste el especismo flagrante que muestran muchos animalistas a la hora de publicitar la adopción de animales; pues, a la hora de buscar adoptantes, se rebajan a hacerlo como si fuesen simples mercaderes o comerciantes. Me molesta porque quebrantan el respeto y consideración que merecen las víctimas.
En este cartel, difundido por redes sociales, se pretende lograr la adopción de una perra señalando que es «ideal para interiores», como si fuese un mueble o no necesitara ver la luz del día.¿La adopción de un animal o la venta de un mueble?
Como decía, en el cartel superior aparece un ejemplo lamentable de una adopción de animales sin atisbo de ética ni de responsabilidad. Cuando alguien señala «ideal para interiores» (refiriéndose a la perra) o que «es muy cariñosa», está diciéndole a la gente que se trata de un mueble o un juguete que te dará beneficios tales como quedar bien junto a la salita o hacerte sentir mejor cuando tu vida llena de bienestarismo esté falta de amor.
Cuando se señala la incoherencia de promover así la adopción de animales, hay quienes replican que no existe un problema ético alguno respecto a la acción de utilizar argumentos utilitaristas y abogan por un sentido práctico.
Estos supuestos animalistas dan rodeos y montan hombres de paja para tratan de justificar que la adopción de un animal con tamaño pequeño sería conveniente para quienes viven en casas pequeñas, pisos o apartamentos y también que nadie adoptaría un animal —humano o no— conflictivo, como así sucede con niños de nuestra especie.
A pesar de que les doy la razón en cuanto a los intereses humanos, si alguien va a adoptarla porque esta perra le parece estética e «ideal para interiores», o solamente para recibir compañía, sería equivalente a una pareja de seres humanos que adoptase un bebé o niño porque les pareciera más estético tener un niño negro o asiático o simplemente para no estar solos.
Nadie presentaría a un niño diciendo «ideal para actividades pederastas». Creo que si hablásemos de seres humanos no cometeríamos el relativismo moral de afirmar «está bien abusar del niño porque, al menos, no está en un orfanato».
Desde luego, si creáramos un vara de medir, aquella gente que vende animales por un precio simbólico, en lugar de regalarlos, con el hipotético fin de que no los abandonen muestran mayor aprecio por el animal que aquellos supuestos animalistas que lo publicitan cual si fuera un mueble.
Sí, sé que un niño no terminará asesinado en una perrera ni en un matadero; pero usar estos términos implica asesinarlos moralmente mientras aún siguen vivos. Las circunstancias desfavorables no convierten el utilitarismo en ética. Se trata de la misma falacia asumida cuando hay activistas que defienden las fraudulentas medidas de «bienestar animal» con el argumento falaz de que «el mundo nunca será vegano».
Los animales no debieran estar consideramos como objetos. Ellos, como nosotros, no nacen con un código de barras ni deberíamos fomentar la adopción de animales como si fuesen mercancías.Conformismo, miseria moral y especismo a raudales en la adopción de animales
Otro ejemplo de adopciones especistas lo tenemos en numerosos albergues que recogen caballos, debido al pasado de quienes suelen gestionar estos centros y a la utilidad práctica de estos animales, se suele promover la adopción de un caballo apelando, según el caso, a que podrían servir para ser montados, para enseñar a los niños o para ejercer la hipoterapia.
Un asunto relacionado con la falta de ética con las adopciones de animales lo encontramos con adoptantes que solicitan razas de perros o rasgos de determinados animales en concreto. Que un adoptante se preocupe por el aspecto de la persona no humana que va a adoptar es una alarma evidente de que va a ser un mal adoptante y lo más bochornoso viene cuando algunos presuntos veganos justifican esta actitud como si estuviese justificado el pedir un niño a la carta.
Por otra parte, cabe mencionar la castración sistemática de animales que se les practica en muchas ocasiones por provecho humano, facilidad en el manejo o meras políticas bienestaristas de la organización animalista de turno; la cual cree que se amputando unos órganos ya se evitan todos los males que padecen en el mundo.
Como reitero cada día, no dejará de haber animales abandonados mientras la compra-venta de animales sea legal. Tanto las adopciones como las castraciones son parches socialmente aceptados en el seno de una sociedad hipócrita que no desea solucionar las raíces del problema.
El cáncer de los Derechos Animales lo conforman quienes supuestamente los defienden en manifestaciones coloridas con sus perros bajo sus faldas. Pues éstos presentan la misma mentalidad especista que sus opresores; mas, a diferencia de ellos, carecen de incentivo para cambiar sus acciones y creencias porque ya creen que hacen lo correcto.
La adopción de animales debiera trascender los motivos utilitarios que desembocan en la crianza y compra-venta de animales.Conclusión sobre los animales adoptados
La adopción de animales es una acción encaminada para salvar la vida de un animal que no puede subsistir por sí mismo. Un animal adoptado no debiera quedar como un mueble para hacernos compañía, ni para que los niños aprendan a ser responsables, ni por un capricho de cumpleaños ni por aliviar la soledad de los ancianos.
La adopción debe ser sólo y exclusivamente por el bien del animal, nunca del nuestro ni de nuestra conveniencia. Y esto debemos entenderlo nosotros, la ley no puede existir o cumplirse si no existe respeto individual por los animales.
Los abandonos son y serán cada vez más numerosos mientras la compra-venta de animales sea legal y la compra-venta de animales seguirá siendo legal mientras la sociedad general y los propios animalistas continúen participando en la explotación animal, es decir, en tratarlos y usarlos como recursos para nuestros fines.
Resulta muy triste observar que, a menudo, quienes más se esfuerzan cada día por los animales llegan a ser algunos de los mayores detractores de sus derechos. Así ocurre, por ejemplo, cuando determinados particulares o albergues dan animales en adopción a otras personas humanas que ejercerán la misma explotación y violencia que los condujo a la situación actual.
Si entendemos que adoptar a seres humanos conlleva una serie de implicaciones éticas, también debemos asumir responsabilidades al adoptar un animal. Con frecuencia, la mentalidad bienestarista reduce tales responsabilidades a darles un «buen trato» sin cuestionar que los seres humanos carecemos de legitimidad para usar a otros individuos como simples medios o recursos para nuestros fines.
A un animal adoptado no le basta con un buen trato, sino que debemos aplicar la misma ética que con nuestros hijos, es decir, debemos respetar sus intereses inalienables (vida, libertad e integridad) y, al mismo tiempo, impedir que nuestras acciones perjudiquen los intereses fundamentales de otros animales.
Carece de sentido y justicia que, mientras cuidamos de unos animales, no nos importe que nuestras acciones perjudiquen a otros animales que no estén en nuestras casas. Debemos abandonar la creencia especista de que unos animales merezcan más respeto que otros, o de que un perro o gato tengan un mayor valor moral que una vaca, una gallina o un caballo.
No basta con decir o centrarse en el maltrato animal o estar en contra de los mercados de animales vivos si se participa en la crianza, hacinamiento y asesinato de otros animales o si usamos a nuestros animales recogidos para beneficiarnos de algún modo.
Por una cuestión de justicia fundamental debemos condenar aquellas adopciones interesadas en que se explota a los animales recogidos (p. ej. perro para defender una finca) o caballo para ser montado los fines de semana) y las acciones que vulneran sus propios intereses (p. ej. castraciones sistemáticas) y los de terceros (p. ej. asesinato de animales para obtención de piensos).
Para promover la adopción de animales como es debido, debemos hablar de ellos del mismo modo en que lo haríamos si fueran humanos. Si no cabe alentar la adopción de un niño diciendo que es «ideal para interiores» o que «sirve para equinoterapia», ¿cómo les parece coherente hablar así de un perro o de un caballo? ¿Porque es un perro/caballo y no un ser humano? ¿Distinta especie? Pues por este motivo lanzo esta crítica.
Para ser justos se requiere rechazar toda forma de explotación animal. Si alguien mantiene a otro por estricta conveniencia propia, incurre en una forma de explotación (uso como recurso). El veganismo es lo mínimo que debemos asumir para entender las bases de los Derechos Animales.