¿Un vegano puede dejar de serlo?

¿Puede alguien dejar de ser vegano?

A menudo, una cuantiosa cantidad de medios periodísticos y sensacionalistas señalan en sus titulares que tal o cual persona, normalmente famosa o relevante por alguna razón peregrina, ha dejado de ser vegano o vegana. En otro ensayo, ahondo sobre esta cuestión indicando ejemplos de manipulación en que aparece gente entrevistada para contar cuán horrible fue su experiencia con el veganismo.

Como fruto de la ignorancia antropocéntrica y de un escaso rigor periodístico, unido al mal uso del lenguaje y a una falta de raciocinio de quienes redactan estas noticias, y de quienes las protagonizan, nos encontramos con que se transmiten informaciones engañosas y falsas a los lectores.

En este artículo, me gustaría aclarar cuán cierta es la afirmación de que un vegano puede dejar de serlo y aclarar algunas nociones básicas para el entendimiento de esta cuestión. En otras entradas he tratado asuntos relacionados, como: «¿Qué es el veganismo?», «¿Qué siente uno cuando se hace vegano?», «¿Los veganos nos creemos superiores?» o «¿Todo el mundo puede ser vegano?».

El principio del veganismo y la práctica del veganismo

Cabe distinguir entre el principio del veganismo y la práctica del veganismo. El veganismo es un principio ético que deriva en el rechazo de toda forma de explotación animal. Como consecuencia dicho principio, entre otros, un vegano asume una dieta vegana que se caracteriza por ser 100% vegetal.

Un principio ético, es decir, la asunción de una responsabilidad ética sobre un asunto particular que conlleva una toma activa de decisiones, difícilmente puede abandonarse. A mi juicio, a menos que uno sufra una lesión cerebral, un trauma o alguna experiencia extrema, no concibo cómo alguien puede renunciar a un principio ético.

Si un agente moral tiene interiorizado, por ejemplo, que todos los humanos merecemos respeto con independencia de su sexo o raza, no resulta lógico ni esperable que a la mañana siguiente se levante siendo sexista o racista. Más bien, si alguien es sexista o racista, nunca ha percibido a todos los seres humanos como iguales ni ha defendido los Derechos Humanos.

Del mismo modo, si un agente moral ha interiorizado el principio ético del veganismo, ello significa que entiende su deber ético de respetar a todos los animales de la misma manera en que respetaríamos a otros seres humanos. En consecuencia, no resulta lógico o esperable que, poco después, volviese a creerse superior a los animales, con legitimidad para explotarlos o con potestad para matarlos cuando le viniese en gana.

Una dieta 100% vegetal no equivale a practicar el veganismo ni el veganismo busca ser la panacea universal

Un vegano sigue una dieta 100% vegetal para evitar toda forma de explotación animal. Una de las falacias habituales consiste en esgrimir que «los cultivos también matan animales». Así sucede porque el emisor no ha entendido que el veganismo es un principio ético de base; no abarca el conjunto de los Derechos Animales.

Alguien es vegano cuando deja de percibir y de utilizar a los animales como recursos para nuestros fines, así como uno deja de ser esclavista cuando deja de tener esclavos y de participar en la esclavitud.

Resulta habitual que los medios de comunicación y los propios famosos, digan o crean ser veganos por seguir una dieta 100% vegetal. Si alguien sigue una dieta 100% vegetal por salud, medio ambiente o cualquier otra razón ajena a la explotación animal, entonces no es vegano. De nuevo, se confunde el origen con la consecuencia. El principio del veganismo lleva a una dieta 100% vegetal, pero una dieta 100% vegetal no conlleva que la persona sea vegana. Así de simple.

Por otro lado, un vegano no deja de serlo porque participe involuntariamente en la explotación animal o en el perjuicio contra animales. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando un vegano consume un producto no vegano por accidente.

¿Un vegano puede dejar de serlo en alguna circunstancia?

Este planteamiento se vuelve más común en debates cotidianos que en la práctica real. En teoría, si alguien, debido a una situación extrema, no pudiera o dispusiera de medios para alimentarse o sobrevivir sin participar en la explotación animal, podría incurrir en estas acciones bajo la estricta condición de que lo hiciera para sobrevivir y de que dejara de hacerlo en cuanto se invalidara dicha condición.

Este mismo planteamiento es el que, en casos extremos, excusaría el canibalismo o incluso el asesinato. Así ocurre porque se asume que, en condiciones absolutamente desesperadas, un agente moral no está en condiciones psicológicas de comportarse con justicia porque sus necesidades más básicas están al límite entre la vida y la muerte.

En el mundo real y cotidiano, por el contrario, este argumento sólo es una mera excusa habitual con que mucha gente busca enmascarar que sus acciones responden al placer, beneficio y la costumbre, a pesar de que cuentan con otros medios y opciones a su alcance. Por ejemplo, ciertos humanos salen con la excusa de que están ingresados en un hospital o de que han bajado de peso para afirmar, sin más, que la práctica del veganismo les está causando problemas y de que deben dejarlo.

Estas mismas personas humanas se sugestionan con el apoyo de una masa social narcisista y egocéntrica para la cual los animales no valen nada. Y si creen que no comerlos les perjudica en algo, entonces para ellos valen menos que nada.

Lo mismo acontece cuando miles de especistas medios, con recursos económicos aceptables, una vida cómoda y demás facilidades, alzan su voz para justificar la caza de focas por una tribu de Alaska mientras aquí, en España, ellos se van tan tranquilos a una corrida de toros o se hincan la pata de un cerdo.

De hecho, todos humanos practican la caza y otras acciones ritualizadas contra los animales por una razón cultural. Tanto estos humanos aborígenes como el ciudadano occidental podrían trasladarse a un hábitat más benigno y buscar medios para dejar de participar en la explotación animal. Sin embargo, muchos optan por culpar el veganismo y su práctica de una falta propia de formación, planificación e interés en dejar de oprimir a los animales.

Conclusión

Los medios de comunicación sacan constantemente supuestos casos de veganos que dejan de serlo cuando, en realidad, casi ninguna de tales personas ha sido vegana ni entendido siquiera en qué consiste el veganismo.

Por pereza y escasa profesionalidad —o quizás por dinero—, muchos periodistas tergiversan el veganismo y usan vocablos relacionados con éste como si fueran sinónimos. Por esta razón, una cifra alarmante usa el término «veganismo» como sinónimo de «vegetarianismo extremo» y «dieta vegana» (la dieta de un vegano) como «dieta 100% vegetal».

Si nuestro mundo no estuviera poblado por famosetes con escasos conocimientos y por una muchedumbre de cortas miras —y que ni siquiera respeta a sus propios hijos—, artículos como el presente serían absolutamente innecesarios. Me conformo, pues, con poder aclarar algo sobre este asunto.