Prioridades del activismo vegano

¡Derechos Animales ya! - Prioridades del activismo vegano

Las prioridades del activismo vegano debieran ser las mismas que existen en otros movimientos sociales por la justicia.

Introducción

El veganismo continúa avanzando en el mundo. Sin embargo, mientras escribo estas palabras, millones de animales siguen sometidos, criados, hacinados, mutilados y asesinados por la especie humana. Se trata de un fenómeno continuo cuya solución requiere de medidas continuas.

En este artículo, quisiera resaltar de forma breve y simple aquellos puntos que considero esenciales, y que debieran ser prioridades del activismo vegano, para maximizar el avance del veganismo y salvar las vidas de los animales. Estas prioridades debieran tenerlas presentes todos los veganos.

¡Derechos Animales ya! - Figura de hombre con el puño en alto
Si eres o quieres ser activista vegano, deberías considerar una serie de prioridades.

Prioridades del activismo vegano

  1. Hacer activismo vegano. Parece obvio, no obstante, miles de veganos no realizan ninguna forma de activismo o, lo que es peor, ejercen un activismo bienestarista, ecologista o que pervierte el mensaje vegano. Ser vegano es un gran paso, pero los animales seguirán siendo explotados mientras haya más no-veganos que veganos. La única forma de aumentar el número de veganos es mediante un activismo vegano. No cabe caer en la desesperación y en la falacia de «el mundo nunca será vegano»; no solamente desconocemos el futuro como para poder negarlo, sino que no necesitamos que el mundo entero sea vegano para que se respete a los animales. ¿Por qué? Pues porque, por sociología, sabemos que la ética de la mayoría de la humanidad es inercial en muchos aspectos. Esto significa que el grueso de las personas humanas ajustan sus actitudes, hábitos, comportamientos, ideales, valores y principios a los del contexto social en que vive. Basta con que haya una minoría influyente de veganos para que el mundo restante sienta la necesidad de amoldarse y lo haga sin que exista una vulneración de sus intereses inalienables. Oh, ¡los veganos son unos nazis!, clamará el entendido de turno. No, amigo, nosotros no avalamos ni fomentamos la violencia. Son los no-veganos quienes imponen la muerte y envían animales a campos de exterminio por no ser humanos. Nosotros simplemente sabemos cómo funciona la mente humana para sacarle partido por un bien universal. De aquí pasamos al punto segundo.
  2. Desechar consignas bienestaristas y proteccionistas. El mundo no va a hacerse vegano nunca si en lugar de centrarnos en la justicia básica y fundamental nos podemos a hablar de «maltrato animal», «compasión», «salud» o «medio ambiente». El problema de los animales no está en que se les pegue más o menos —ésa es la consecuencia del problema—; su problema está en que son legalmente nuestros esclavos porque la sociedad los considera seres inferiores que existen para servirnos. Por tanto, para cambiar su situación, el orden de actuación debe ser: Combatir el antropocentrismo => Promover cambios legales => Perseguir la violencia contra los animales. Nunca al contrario. Perseguir las ramas de la cosificación animal es una lucha eterna que no conducirá a ningún resultado. Por eso es la elección favorita de las organizaciones animalistas; pues les permite explotar un nicho de mercado infinito en el seno de una sociedad desinformada y mal informada. De aquí pasamos al punto tercero.
  3. Construye consignas veganas. En un mundo tristemente regido por la superficialidad y un entendimiento limitado sobre su propia psicología, sesgos y aspectos neurológicos, un modo importantísimo de promover un movimiento social radica en emplear consignas eficientes. Cuanto más entendibles y más emociones susciten, mejor. Bien dirigidas, las emociones pueden conducir a generar un entorno en donde puedan exponerse ideas racionales. Por ejemplo: «Los animales también son personas», «Los animales son nuestros esclavos y no deberían serlo», «Los animales merecen respeto; no amor ni compasión», etc. ¿Suscitan cabreo, enojo, odio, etc? Pues mejor, señal de que nuestra labor va viento en popa. De aquí pasamos al punto cuarto.
  4. Desecha mitos sociales. La sociedad general posee poco conocimiento más allá de su nariz. Vive a base de creencias, dichos, costumbres y hábitos inculcados sin mayor reflexión que la mera repetición espacio-temporal desde su nacimiento. En muchas ocasiones, nos encontramos con que pocos nos escuchan porque la mayoría de la gente sostiene unas ideas diametralmente opuestas a la lógica básica. En este largo ensayo me enfoco en señalar y condenar mitos y falsedades esparcidas por medios de comunicación sobre el veganismo y sus consecuencias para la sociedad. Por ende, se vuelve prioritario utilizar el principio humanitario para socavar las asunciones sociales sin base científica. Debemos insistir en que no necesitamos comer carne ni ningún producto de origen animal para crecer y estar sanos —los niños tampoco—; no somos carnívoros; no estamos diseñados para comer animales; no explotamos a los animales por necesidad o por determinismo biológico, sino por aprendizaje cultural; no necesitamos explotar animales para defender nuestro espacio, no necesitamos explotar animales porque lo dicte un dios, una fuerza mística, etc. Una vez superado el mito de la necesidad y una infinidad de falacias relacionadas es entonces, y sólo entonces, cuando podemos construir una base ética mediante activismo vegano. Y de aquí pasamos al punto inicial. ¿Ves qué fácil?