Las granjas de caracoles y el desprecio hacia los animales invertebrados
Las granjas de caracoles también son una forma de ganadería
La explotación animal es universal porque la humanidad considera a todos los animales del mundo como seres inferiores que existen para servirnos. A tenor del actual desarrollo de las economías emergentes y la búsqueda de nuevos recursos que extraer de los animales, cada vez aparecen y se diversifican nuevas tipologías de granjas para satisfacer hasta el último apetito egoísta de nuestra civilización actual. En esta publicación, desde el Partido Vegano vamos a hablar de las granjas de caracoles.
Las granjas de caracoles son centros ganaderos poco convencionales dedicados a la crianza de caracoles por su carne (un eufemismo para la cosificación de su cadáver).
Como en otras formas de ganadería, las granjas de caracoles hacinan a distintas especies de caracoles y manipulan su crianza y alimentación para acelerar el crecimiento y obtener toneladas de pobres víctimas que luego vender a bares o a tenderetes en la vía pública donde se los vende a granel mientras mueren unos encima de otros y terminan hervidos.
El consumo de caracoles está muy extendido en España, sobre todo, en época estival. La explotación animal, en su conjunto, es de origen cultural y no subyace en una necesidad absoluta e inapelable; sino a la comodidad y a los convencionalismos de una sociedad dada. Al margen de que los caracoles nos parezcan unos animales más o menos bonitos o feos, todos ellos sienten, padecen y quisieran vivir en lugar de terminar en una cazuela.
Todos los animales con la capacidad de sentir merecemos respeto. Los animales invertebrados no merecen menos.Los animales invertebrados también merecen respeto
Pocos se acuerdan de estos animales y de su explotación porque la sociedad, especista, se interesa por unos u otros animales según sus propios criterios antropocéntricos y las organizaciones animalistas se centran, ante todo, en aquellos animales por los cuales sus donantes experimentan una mayor afinidad. No en vano, el animalismo institucional es un negocio. Como ejemplo flagrante tenemos la nueva Dirección General que dice defender los Derechos Animales mientras perpetúa cada una de las leyes más injustas que existen para los animales.
Los activistas veganos condenamos las granjas de caracoles y toda forma de explotación animal. No existe ningún modo ético o compasivo de criar, esclavizar y asesinar animales como todos entendemos que tampoco puede haberlo para seres humanos.
Si realmente nos importa la justicia, debemos comprender que todos los animales, pequeños y grandes, sean vertebrados o invertebrados, merecen respeto porque ellos, como nosotros, poseen intereses inalienables tales como la vida, libertad e integridad.