Tenencia de animales no equivale a explotación animal

¡Derechos Animales ya! - Tenencia de animales no equivale a explotación animal
La tenencia de animales se define como el estado o acción de tener a un animal. Los animales no existen en este mundo para servirnos. Si decidimos adoptar y recoger animales, un buen trato no justifica aprovecharnos de ellos.

Tener animales no equivale (ni justifica) explotarlos

Esta entrada breve la dedicaré a aclarar una mención constante que nos dirigen a los activistas veganos cuando intentamos explicar que toda forma de explotación animal es injusta con independencia del trato. En lo tocante a la tenencia de animales, acontecen dos confusiones relacionadas.

Por un lado, la sociedad confunde el hecho de tener animales recogidos con que a éstos se los explote. Y, por otro, cree que la tenencia de animales justifica su explotación como forma de compensación por los cuidados que le brinda al animal.

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En nuestra sociedad actual, la tenencia de animales es especista y cosificadora en casi la totalidad de los casos.

¿Qué es la tenencia de animales?

Para empezar, cabe definir la tenencia de animales como el estado o acción de tener a un animal. Dicha tenencia puede ser ética o no.

Se considera que la tenencia de animales es justa o legítima cuando tenemos a un animal de la misma manera en que tendríamos a un humano recogido, es decir, para cuidarlo y por su propio bien en circunstancias en que no podría valerse por sí mismo o por un impedimento legal.

Por el contrario, la tenencia de animales es injusta o ilegítima cuando el ser humano tiene a un animal como posesión o mercancía para beneficiarse a su costa.

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Muchos veganos tenemos animales que compramos o capturamos antes de serlo. Debemos responsabilizarnos de aquellos animales que no pueden vivir libres, ya sea porque no pueden valerse por sí mismos o pueden perjudicar a otros animales. El ser humano establece el asesinato sistemático de aquellos animales catalogados como plagas o especies invasoras.

Una confusión entre adoptar animales y tener mascotas

La tenencia de un mismo animal puede considerarse «adopción» o «mascotismo» según si existe explotación por parte del ser humano que lo tiene. Un vegano, por definición, puede tener animales recogidos; pero no «mascotas» (término especista para referirnos a animales explotados como un recurso acompañacional), en tanto que no alberga animales explotados como objetos de compañía ni con ningún otro fin.

No hay día de activismo en que no nos topemos con alguien que compare el tener «mascotas» o animales domesticados con el hecho de explotarlos. Esgrimen tal argumento para afirmar, sin más, que quienes tengan animales con su haber son hipócritas por criticar la explotación que cometen.

Suele suceder irremediablemente cuando se condena la explotación por leche y huevos o, también, cuando se habla de tener caballos y excusar el hecho de que se los dome y monte. Considero que así ocurre porque la gente asocia estos actos a unas formas menores o menos importantes de explotación o, incluso, como parte de una relación normal con tales sujetos.

Esto se observa, a menudo, entre individuos que se denominan «veganos», lo cual evidencia un sesgo especista aún presente. El veganismo rechaza toda forma de explotación animal, pero hay quienes, por desconocimiento o moda, dicen ser veganos sin serlo realmente. Algunos activistas lo llaman «el segundo adoctrinamiento». Por suerte, empieza a haber estudios académicos serios en torno a esta discriminación.

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Adoptar animales es una acción virtuosa. Sin embargo, esto no justifica su explotación. Hay protectoras y organizaciones animalistas que participan en la recogida y adopción de animales a los que luego explotan o vulneran sus intereses inalienables. Asimismo, la tenencia de animales no justifica la explotación de otros animales a la hora de cuidarlos o satosfacer sus necesidades.

El quid de la cuestión sobre los animales recogidos

Velar por perros, gatos, caballos, etc. no es una acción virtuosa en sí misma si implica que el animal deba cumplir obligaciones para con nosotros ni tampoco justifica ninguna forma de explotación como compensación del buen trato supuestamente recibido.

Que alguien no maltrate a un perro que emplee en la caza o a un caballo que utilice para darse un paseo los fines de semana no significa que los respete ni que dicha tenencia justifique su explotación (uso como recurso).

Tenencia de animales no equivale a explotación animal, así como criar a un hijo no equivale a cometer pederastia. Son categorías diferentes. No hay nada injusto en cuidar de animales no humanos mientras se cumplan dos condiciones:

  1. Que no se los explote, es decir, que no se los utilice como recursos para nuestros fines.
  2. Que carezcan de otra alternativa mejor, es decir, no puedan vivir de manera independiente por razones sociales (leyes), económicas o ecológicas.

Debemos evitar esta confusión categorial de justificar una explotación apelando a que tales animales viven con nosotros y de que cuidamos de ellos; pues aquellas acciones que implican usar a un individuo como fin en sí mismo (acciones virtuosas) no legitiman otros comportamientos que usan al individuo como medio para un fin (acciones utilitarias). Todo uso de un animal no humano como recurso incurre en explotación debido a que ellos no pueden otorga un consentimiento libre e informado.

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A lo largo de la historia, la tenencia de animales ha estado relacionada con la domesticación y la ganadería. El ser humano ha obligado a otros animales a que vivan con nosotros para utilizarlos en nuestro beneficio. Se incurre en una visión romántica de la esclavitud animal cuando se cree y se justifica que existan maneras correctas de utilizarlos como objetos a nuestro servicio.

Conclusión

Tener animales recogidos no equivale a tener mascotas (animales explotados), ni la tenencia de animales justifica su explotación. Si alguien tiene un perro y no lo emplea en carreras ni apuestas, etc., es legítimo; si tiene un caballo y no lo monta ni lo pone a tirar de carruajes es legítimo; si tiene una gallina y no la reproduce ni le quita sus huevos es legítimo.

La regla para la tenencia de animales siempre es sencilla: no tenemos legitimidad moral para usar a otros individuos como recursos para nuestros fines en tanto que no alcanzan el nivel de conciencia necesario para darnos su consentimiento, entender nuestras intenciones ni comprender las consecuencias de las suyas propias.

Si alguien no concuerda con estos argumentos basados en el principio de igualdad (justamente la misma ética que aplicaríamos a nuestros hijos), no debe tener animales animales. Así de sencillo.