La ventana de Overton y el veganismo
Una teoría política aplicada al veganismo
El veganismo es un principio ético que, en resumidas cuentas, pretende conseguir un cambio social para que la humanidad empiece a respetar a los demás animales como personas o sujetos morales. Sus fundamentos, aunque tan coherentes como las bases de los Derechos Humanos, no son hoy día conocidos y aceptados por la mayoría de la sociedad. Hay dos razones principales:
- La sociedad general ignora que haya motivos para respetar a los animales y que el significado de «respeto» no se limita a tratarlos bien; sino a dejar de participar en toda forma de explotación animal.
- La sociedad general presenta un marcado conflicto de intereses contra la aplicación del veganismo, pues supondrían renunciar o ser despojado de cualquier beneficio injustamente obtenido por la existencia directa o indirecta de la explotación animal. En este punto se incluyen, cómo no, los falsos defensores de los animales: las grandes organizaciones animalistas.
Considerando estos puntos señalados, se requiere un cambio social para que el veganismo pueda llegar a ver la luz del día. Dado que el veganismo no es un mero ideario —como puede serlo cualquier creencia política o religiosa— y no es compatible con la violencia, se requiere ejercer un activismo educativo para incentivar la comprensión de sus bases e inspirar ese necesario cambio social.
En este artículo analizaré brevemente las ideas principales de una teoría política llamada «La ventana de Overton» y expondré un ejemplo de cómo aplicarla al veganismo.
Diagrama de «la ventana de Overton» y el espectro de ideas según cómo las enjuicie la sociedad imperante.La ventana de Overton
«La ventana de Overton» es una teoría política desarrollada por el analista académico Joseph Overton. Esta teoría señala que en cada momento y lugar existe una «ventana» o «rango de ideas» que la sociedad puede encontrar aceptable.
A partir de ello, «la ventana de Overton» establece que la viabilidad política de una idea se define principalmente por el sustrato previo de la sociedad a la que se dirige más que por las preferencias individuales de los políticos.
Overton desarrolló un modelo vertical de políticas que va de «más libre» (arriba) a «menos libre» (abajo), relativo a la intervención gubernamental, en el que las políticas aceptables se enmarcan en una «ventana» que puede moverse a lo largo de este eje.
Joseph Lehman, compañero de investigación, postuló además que los políticos muy raramente tratan de «mover la ventana», sino que se limitan a sondear dónde se encuentra para definir unas políticas que alcancen el máximo interés de los votantes. Por el contrario, quienes sí intentan «mover la ventana» son unos verdaderos líderes que para lograr la aceptación de sus ideales están dispuestos a hacer sacrificios.
Un punto vital que debe entenderse respecto a «la ventana de Overton» radica en que aquellas políticas con mayor posibilidades de entrar en la ventana son aquéllas apoyadas por fuertes movimientos sociales.
Quienes proponen políticas que se hallan fuera de la ventana deben educar a la sociedad para que la ventana pueda tanto moverse como expandirse a fin de abarcarlos; mientras que los defensores de las políticas que estén dentro de la ventana, a raíz de un conflicto de intereses, buscan evitar que la ventana se mueve de sitio y tratan de convencer al público de que tales ideas deberían ser siempre consideradas inaceptables.
Éste es un ejemplo de carteles absurdos que pululan en redes sociales y distintos sitios web. Versan sobre «la ventana de Overton» sin saber definir siquiera dicha teoría.Voceros, distopías y sensacionalismos
En los últimos años ha habido varias menciones populares a «la ventana de Overton». A tenor de la necesidad patológica de muchos voceros y saltimbanquis de hablar de algo sin haberse detenido ni dos minutos a investigar, junto con nuestra naturaleza con tendencias sensacionalistas y malpensadas, se ha mostrado a menudo dicha teoría política como una estrategia de manipulación de masas al estilo «1984» o «Un mundo feliz», con supuestos argumentos sobre cómo lograr la legalización de acciones inmorales como el canibalismo. No, «la ventana de Overton» no va sobre cómo instaurar el Cuarto Reich.
«La ventana de Overton», por sí sola, es sólo una interpretación de cómo funciona la política y qué hacer para que determinadas ideas consideradas «radicales» o «impensables» pasen a estar normalizadas por la sociedad.
No se refiere a manipular a la gente, a engañarla ni a imponerse mediante el poder. Que un idea pueda considerarse «radical» o «impensable» no significa que sea negativa, injusta o aberrante. La asociación entre algo «radical» y «malo» es fruto de una intencionada manipulación psicológica que procede de estas últimas décadas.
Es precisamente la ignorancia de sus voceros, y su necedad, lo que los lleva a evidenciar que ni siquiera son conscientes ni del significado de los términos que manejan. Parte de esta confusión proviene de las palabras del comentarista político Joshua Treviño, quien señaló que una política pública puede pasar desde ser impensable a mayoritaria mediante los siguientes pasos secuenciales: idea impensable, idea radical, idea aceptable, idea sensata, idea popular e idea política.
Existen todo tipo de técnicas de manipulación. «La ventana de Overton» no es una teoría de la conspiración ni explica sobre cómo conspirar; solamente ofrece una interpretación sobre cómo se producen y pueden producirse cambios en la percepción social.Cómo aplicar esta teoría política al veganismo
Como se ha explicado en varios artículos previos, conviene estar debidamente formado y contar con ciertos conocimientos sobre cómo han evolucionado los prejuicios morales y un poco acerca de cómo funciona la sociología y la psicología humana para ir a hombros de gigantes en lugar de reinventar la rueda, es decir, debemos aprovechar la experiencia lograda por nuestros antepasados para lograr la emancipación de los animales en vez de repetir sus errores y seguir cooptados por intereses particulares o colectivos.
En los siguientes puntos trataré de mostrar, a modo de ejemplo, cuáles serían los pasos secuenciales necesarios para que la sociedad se vuelva vegana y, por tanto, apoye cambios políticos coincidentes con el veganismo y los Derechos Animales. Los siguientes puntos son una interpretación propia a partir de la teoría de «la ventana de Overton».
Primera etapa: de lo impensable a lo radical (¿Superada?)
En este primer estadio, la aprobación social del veganismo es todavía absolutamente impensable. Casi toda la sociedad percibe a los animales como seres inferiores que existen en el mundo para servirnos, ya sea apelando a argumentos antropocéntricos o religiosos. La existencia de los veganos es algo desconocido por el ciudadano medio. La sociedad general encuentra lógico criarlos, explotarlos y asesinarlos con muy diversos fines y no cree que pueda vivir sin hacerlo.
En este momento, la práctica del veganismo se encuentra en el nivel más bajo de aceptación social de «la ventana de Overton», puesto que la sociedad general ni siquiera se ha planteado que exista un modo de vida posible sin causar daño adrede a los animales.
Para modificar esta apreciación, se empezaría por mencionar la existencia del veganismo, su definición, sus bases y las razones para hacernos veganos. Esta cuestión comenzaría, necesariamente, en la esfera ética y científica (académica). Algunos autores especialmente relevantes empezarían a argumentar que la discriminación que ejercemos contra los demás animales es arbitraria y que, científicamente, todos los animales poseen rasgos únicos y esenciales que los convertirían en sujetos de derechos: la sintiencia.
En esta etapa se vuelve especialmente relevante el papel de la ciencia y del razonamiento lógico para llegar a aquellos con la mente más abierta, con un nivel educativo superior y mayor empatía. La entrada del debate al entorno académico posibilitará su posterior entrada a la esfera pública.
Segunda etapa: de lo radical a lo aceptable (¿En estos momentos?)
En esta segunda etapa, la esfera académica ha despertado el interés de algunos ciudadanos y empieza a haber humanos comunes y molientes que deciden dar el paso hacia el veganismo y a hacer activismo por la causa. Estos veganos se encargan de evidenciar que es posible llevar el veganismo a la práctica y que, sobre todo, se trata de un deber ético a favor de las víctimas no humanas.
En este momento, los veganos constituyen una masa social inferior al 1 %. La sociedad general tiene intereses opuestos a los del veganismo y jamás votaría mayoritariamente a favor de los que animales sean libres y respetados. El hecho de no participar en la explotación animal se enjuicia comúnmente como una decisión personal y, a menudo, como algo erróneamente dañino para la salud, para el planeta o que se realiza por moda.
Durante este periodo, los medios de comunicación empiezan a hacerse eco del veganismo —algunos con la única intención de obtener visitas y de criticarlo por prejuicios sin tener ni idea—, lo cual irá despertando cada vez a más detractores que ven peligrar sus privilegios. Estos detractores intentarán atacar tanto en la esfera académica como pública para que la sociedad general siga percibiendo al veganismo como algo radical que nunca deberá aceptarse.
Entre los detractores están —y estarán— los bienestaristas y cualquiera que luche por mantener el statu quo mediante engaños y mentiras como el «bienestar animal» o la «carne ética» obtenida mediante mataderos de cualquier tipo. Sin embargo, a pesar de unas crecientes enemistades, el activismo educativo irá rindiendo sus frutos, como lo consiguió el movimiento abolicionista de la esclavitud negra a mitad del siglo XIX.
Tercera etapa: de lo aceptable a lo sensato (¿Futuro próximo?)
En esta tercera etapa, la esfera social cuenta con un creciente número de veganos que ya alcanza el 10 % de la población. Las manifestaciones veganas comienzan a ser masivas y numerosas por parte de gente debidamente formada y con ansías de cambio. Estas manifestaciones masivas recordarán a las habidas a inicios del siglo XX por el movimiento sufragista femenino.
En estos momentos aparecerán los primeros partidos veganos que puedan optar a escaño y las primeras figuras políticas desobediencia civil que realmente se interesen por los animales y defiendan sus derechos, como el caso de Macolm X o de Martin Luther King respecto a la discriminación racial en Estados Unidos. Las presiones políticas lograrán las primeras concesiones a favor de los Derechos Animales, como el prohicionismo arbitrario de aquellas formas de explotación animal peor vistas o del reconocimiento de derechos para algunas especies animales.
Para entonces, la industria y todos detractores del veganismo se movilizarán también con gran furor. Posiblemente habrá altercados violentos o choques entre ambos sectores sociales. El bienestarismo buscará aplicar cualquier medida de manipulación y engaño ante un colapso inevitable y tratará de cooptar a los principales figuras activistas y políticas para frenar lo máximo un avance ya imparable.
Cuarta etapa: de lo sensato a lo popular (¿Viviremos para verlo?)
En esta cuarta etapa, la población vegana ya alcanza aproximadamente el 25 % de la población. Ya hay partidos veganos con escaños en los parlamentos de distintos países, y se ha logrado desarticular en gran parte la industria de la explotación animal mediante un activismo educativo que está haciendo ver estas acciones como propias de un pasado atávico, como costumbres despreciables y actos incompatibles con una sociedad de progreso. Al mismo tiempo, los partidos veganos tratarán de ganarse a algunos detractores proponiendo o facilitando la conversión de sus negocios explotadores en formas amigables con los Derechos Animales.
Las manifestaciones se convierten en grandes huelgas generales y habrá considerables brotes y estallidos de violencia en distintos lugares. Tales acontecimientos serán utilizados por los detractores para señalar a los veganos y sus partidos como terroristas o un peligro para la civilización.
Entretanto, los bastiones tradicionales de la explotación animal irán desapareciendo conforme vaya falleciendo sus consumidores con mayor edad. El veganismo, apoyado por una masa social joven —a menudo rebelde pero poco formada— va asentándose como paradigma de una nueva sociedad.
Quinta etapa: de lo popular a lo político (¿Nos recordarán nuestros tataranietos?)
En esta quinta etapa, la población vegana ya alcanzará algo más del 50 % de la población y la masa social logrará el reconocimiento universal de los Derechos Animales, lo cual podrá fin de la noche a la mañana toda forma de explotación animal y actividad económica relacionada. Se producirán unos últimos altercados de grave violencia. Los detractores intentarán hacerse pasar como víctimas de unos cambios sociales injustos, aduciendo que han perdido sus trabajos, sus casas y sus animales.
El clima político será arduo y estará lleno de ataques por diversos frentes. Los intelectuales veganos tendrán que afrontar cómo lidiar con los animales domesticados y tomar medidas oportunas para garantizar la defensa de los intereses de los animales mientras se minimiza al máximo los posibles conflictos humanos que se derivarán tras el cese de la esclavitud animal.
Los espacios que ocupaban las antiguas ganaderías y otros centros de explotación animal podrían convertirse en albergues temporales para aquellos animales que no puedan sobrevivir por sí mismos. De hecho, serán algunos de los mismos ganaderos y empresarios tradicionales quienes terminen trabajado así para cumplir con la ley. Los hábitats naturales deberán regenerarse y contar con una nueva protección legal que proteja el hogar de tanto los animales liberados como de los pocos que todavía existan en libertad.
Por último, la ciencia deberá hacer un esfuerzo por aplicar los conocimientos adquiridos a la evolución de las infraestructuras para prevenir posibles daños o riesgos asociados a la existencia de animales libres a las afueras de las poblaciones humanas, así como deberán continuar sus estudios sin inferir con la vida animal y sin dañar el medio ambiente.
A nivel social, el especismo quedará como un fenómeno marginal y mal percibido. Mientras tanto y en los años sucesivos seguirá habiendo grupos especistas y orgullosamente defensores del mismo, se producirán la caza, encierro y esclavización de animales al margen de la ley, y la sociedad reaccionará ante tales actos de una manera aproximada a como hoy se condena el asesinato, las violaciones o la trata de blanca en humanos.