Los pasos intermedios llegan solos y sólo con el veganismo

¡Derechos Animales ya! - Pareja de cebras - Pasos intermedios
La vida presente y futura de los animales depende de nuestras acciones hoy. Si nos importan sus vidas, debemos actuar para que se reconozcan sus derechos. Limitarse a pedir pasos intermedios sólo agrava la situación. Al igual que existe la adaptación biológica, también lo hace la adaptación socio-económica.

Introducción

En el ámbito animalista se aduce, a menudo, que debemos promover campañas monotemáticas y medidas regulacionistas porque son un «paso a paso» o «pasos intermedios» para lograr la abolición de la esclavitud animal. En esta entrada quisiera exponer pruebas y argumentos contra esta afirmación, y tratar de demostrar que este alegato proviene del interés explícito de que los animales sigan siendo explotados y cautivos por razones económicas.

En la actualidad, los animales están catalogados como «bienes muebles semovientes» (objetos con movimiento autónomo). Por ello, carecen de derechos legales y sólo existen regulaciones sobre el uso de la propiedad, es decir, normas que dictan qué se puede y no hacer con ellos. Ninguna regulación de la propiedad puede protegerlos porque todas éstas parten desde la premisa de los animales son objetos con un dueño y un propósito; de manera que basta con justificar mínimamente la posesión y propósito del animal para que un actividad dada sea legal o apenas sancionable.

Los activistas por los Derechos Animales tratamos de explicar que nuestro error fundamental no reside en que tratemos peor o mejor a los animales («maltrato animal»); sino en que nos creamos con legitimidad para usarlos como recursos para nuestros fines (alimentación, vestimenta, etc.). Mientras la sociedad participe en la explotación animal, los animales seguirán sin derechos.

Los defensores de los Derechos Animales promovemos que los animales merecen respeto en sí mismos porque, como nosotros, poseen intereses inalienables: vida, libertad e integridad. Podemos y debemos vivir sin usarlos como recursos por las mismas razones por las que asumimos nuestro deber de respetar a otros seres humanos.

Para los animales esclavizados y que terminan vendidos o asesinados no valen los pasos intermedios.

La falacia del paso a paso o de los pasos intermedios

Yo también creía hace años que el bienestar era un paso intermedio, pero no es así. En mi carrera, biología, estudié cómo las medidas de bienestar animal benefician a la industria por reducción de riesgos laborales e incrementan la productividad y el beneficio neto.

Que una empresa pase a adoptar ciertas medidas —algunas ya fijadas a nivel internacional— implica además un valor añadido al producto que puede promocionarse. Los estudios científicos al respecto indican que la sociedad prefiere consumir productos de origen animal cuyo etiqueta diga que «vivió» bien antes que dejar de consumir productos de origen animal. Asimismo, son ya varias las organizaciones, como Aenor, que venden sus propios sellos de bienestar animal y pactan con la industria para ganar dinero.

La terrible realidad es que el bienestarismo es un negocio y que si se vende como una estrategia de «paso a paso» o de «paso intermedio» es porque les conviene a las propias organizaciones animalistas. Los datos y los estudios son contundentes en este sentido.

En un sentido ético, el bienestarismo nunca puede conducir a los Derechos Animales, al igual que el sexismo tampoco puede conducir a la justicia. El bienestarismo parte desde la premisa de que los animales son seres inferiores que existen para servirnos y que nuestra única obligación para con ellos es que «no sufran». Dado que el sufrimiento es subjetivo —no puede servir como criterio ético— y se anteponen siempre los intereses humanos, en la práctica significa que la sociedad tienen su conciencia más tranquilidad comprando «carne ecológica» cuando nada ha cambiado para los animales ni puede cambiar.

¡Derechos Animales ya! - Dos cabritos - Adaptación ecológica y socio-económica
Los intereses socio-económicos harán lo posible para perpetuar la explotación animal mientras la sociedad vea con buenos ojos asesinar y esclavizar a otros animales por no ser humanos. No es justo promover que baste con evitar la extinción de especies o con fomentar la ganadería ecológica.

Algo debe cambiar para que todo siga igual

La clave está en que los pasos intermedios llegan y llegarán por sí solos. En economía se cumple una regla similar a la de la adaptación biológica: algo debe cambiar para que todo siga igual.

Por ejemplo, el modelo depredador-presa nos indica que cualquier adaptación surgida en la especie depredadora o presa incrementa las probabilidades de que se mantenga una adaptación en la otra especie.

La explicación es sencilla: si los activistas por los Derechos Animales promovemos el respeto que merecen todos los animales, un mayor porcentaje de la sociedad dejará de participar en la explotación animal. Las empresas tratarán de aplicar «medidas maquilladoras» y tratarán de «hacer concesiones» para contentar a colectivos y tratar de recuperar su cuota. Justo eso está pasando ahora con productos como la leche de vaca. Es decir, el activismo centrado en los Derechos Animales consigue forzar una adaptación de la industria y de la sociedad en su conjunto.

En cambio, si los activistas nos limitásemos a aplaudir y cantar victorias (campañas animalistas que buscan justificar las donaciones de sus socios), por cada simple regulación legal sobre la manera en que cría y asesina a un animal, estaríamos validando socialmente una «explotación compasiva» y diciéndole a la gente que nuestro fin no es el respeto que merecen los animales; sino darles una crianza y asesinato dulces. Las empresas, en este caso, harán exactamente lo mismo; pero no habrá una sociedad detrás que realmente comprenda por qué los animales merecen respeto.

Los grandes cambios que están ocurriendo se deben a que el veganismo ha empezado a extenderse con fuerza desde hace 10 años, tal como años antes lo hicieron otros movimientos socio-éticos. El bienestarismo existe desde el siglo XVIII —se inició en Inglaterra respecto a las diligencias de caballos— y todavía no ha habido ningún avance ético en la sociedad debido a estas razones aducidas.

Seamos coherentes: promovamos los Derechos Animales sin condiciones.