Diferencias entre veganismo y vegetarianismo
Estas ilustraciones representan cuáles son las víctimas que distinguen a un vegetariano y de un vegano. Un vegetariano participa en la explotación por leche, miel y huevos.
Una diferencia ética e histórica entre vegetarianismo y veganismo
El veganismo no significa vegetarianismo estricto. El veganismo es un principio ético definido por Leslie Cross y Donald Watson en 1951, quienes se escindieron de la Unión Vegetariana Internacional porque éstos no consideraban aspectos éticos. Éste cuenta con dos preceptos:
1) Rechazar la explotación (uso como recurso) de los animales no humanos.
2) Liberarlos de la dominación por parte de nuestra especie.
Cualquier otra definición que no se base en estos puntos está obviando el fundamento de estos dos pensadores. La veracidad no se halla en la Wikipedia ni en las opiniones mayoritarias; sino en las obras y explicaciones aportadas por sus autores. Así sucede con todos los movimientos o doctrinas políticas y el veganismo no tiene por qué funcionar de manera diferente en este sentido.
Las diferencias entre veganismo y vegetarianismo son evidentes. El vegetarianismo, desde su creación en 1847 hasta hoy, es una dieta que rechaza los tejidos de procedencia animal pero acepta sus secreciones, como los lácteos, huevos y miel.
Hipocresía, desconocimiento e incomprensión
Cuando los veganos señalamos las diferencias entre veganismo y vegetarianismo siempre aparecen individuos ofendidos porque se dejan llevar por sus sentimientos encontrados en lugar de reflexionar sobre el mensaje de la publicación. Hay gente que percibe la imagen superior y nuestras explicaciones como poco menos que un insulto y parecen disfrutar atacándonos al mismo tiempo que se victimizan. Tales reaccionismos se basan en esgrimir una serie de falacias y descalificativos que vuelven imposible un diálogo formal y cortés. A continuación iré plasmando contestaciones habituales para responder cada punto de este tema:
«Faltar al respeto»
Este tipo de falacias de falso ad hominem acontecen por una confusión entre personas e ideas. El respeto se refiere a la integridad de los individuos; no a sus acciones o creencias. Criticar o mostrar los actos injustos de un colectivo no es una falta de respeto en tanto que no atenta contra su integridad. La práctica del vegetarianismo sí es contraria al respeto hacia los demás animales debido a su participación en la explotación animal. Además, las amenazas plasman despotismo e indiferencia hacia ellas.
«No como animales»
En dicha ilustración figuran las víctimas de la explotación por leche, miel y huevos. Todo quien consuma tales productos es directamente responsable de tales hechos y eso se denuncia. Para ser justos debemos rechazar toda forma de explotación animal (uso como recurso) de la misma manera en que todos nos oponemos a la explotación humana. Ésta es la realidad, guste o no guste.
«Todos empezaron como vegetarianos»
Muchos no comenzamos como vegetarianos, un vegetariano no tiene por qué ser un potencial vegano. El vegetarianismo no es un paso hacia los Derechos Animales al igual que asesinar «un poco» no nos conduce a los Derechos Humanos. El vegetarianismo no se considera a sí mismo como «un paso» al veganismo. Eso es una interpretación subjetiva. Estamos de acuerdo en que debemos facilitar el paso a paso. ¡¡¡Eso hacemos todos los días!!! No se critica que la gente necesite una transición al veganismo de forma progresiva; sino el estancamiento y sus justificaciones absurdas. Se puede empezar por eliminar los lácteos, los huevos o la miel. No es imprescindible comenzar por la carne; lo cual muestra un enorme componente cultural.
A la usuaria le falta de información objetiva. Yo mismo he conocido a gente que ha pasado de ser taurino a ser vegano y vegetarianos que han vuelto a comer carne. No hay datos que avalen dicha hipótesis; sino la contraria: la mayoría de los vegetarianos suelen desistir antes de convertirse en veganos porque carecen de los motivos éticos imprescindibles y asumen unas dietas demasiados estrictas.
«Están discriminando»
Explicar no implica «superioridad», «perfección», «soberbia» ni una mentalidad atrasada con ganas de etiquetar a los demás. Las desgracias a los animales no humanos se inician por no darles el respeto que merecen; un respeto que vulnera la práctica del vegetarianismo al explotarlos (usarlos como recurso) para obtener sus secreciones. En vez de enfadarse con quienes muestran la realidad, deberían cabrearse con las posiciones que promueven su explotación. Aquí no sembramos discordia; discordia siembran quienes prefieren cornear antes que hacer autocrítica. Parece que llaman «imponer» a todas las ideas y acciones que vayan en contra de imponer su explotación a los nohumanos.
«Sé que soy cómplice pero también está bien»
La enorme heterogeneidad de respuestas sin sentido común nos indican lo contrario: se requiere incidir más en esta cuestión para que dichas víctimas puedan estar a salvo. Todo les parece irrespetuoso. Explotar a otros animales eso no les parece nada irrespetuoso. Lo peor radica en que afirman ser conscientes de lo que hay detrás de los huevos y la leche. Vemos que mienten: sólo se miran el ombligo.
«Un trato mejor que incluso en libertad»
Muchos vienen a nuestras páginas sin siquiera saber qué defendemos. No decimos que la explotación animal sea necesariamente «maltrato animal» (concepto bienestarista); nosotros explicamos que la explotación animal es inherentemente injusta debido a que quebranta el principio de igualdad. Nadie querría ser un esclavo bien tratado; sino ser libre. Todos los animales no humanos sienten y padecen, y cuentan con intereses inalienables tales como la libertad, la defensa de su integridad y el deseo de vivir.
No contamos mentiras ni exageraciones. Por el contrario, nos relatan un fantasioso mantra bienestarista que defiende una esclavitud de color rosa. Todos esos animales terminan en el matadero. Los humanos no tenemos ninguna legitimidad para preñar vacas ni hacerles nada. Parece que, para algunos, las vacas debieran estar incluso agradecidas de que sólo las embaracen de vez en cuando.
«No consigo ser vegana por la ideología de sus miembros»
El respeto que merecen las víctimas no depende de cómo a alguien le caigan otros humanos. Es como si se dijera: «no he dado el paso hacia dejar de asesinar porque todos los humanistas son unos elitistas engreídos que no me convencen». Uno no tiene que convencerse, su obligación moral es ser justo tanto con humanos con otros animales y eso no depende de que unos u otros sean de una u otra forma. Si quieren dejar de causar víctimas, entonces háganse veganos. El mensaje es claro. Ocurre que la mayoría prefiere exaltarse antes que entenderlo.
Por otra parte, el veganismo no es una cuestión de grados; sino de justicia. El vegetarianismo sí admite grados; pero el veganismo no es vegetarianismo. Se refiere exclusivamente al cese de la explotación animal. No abarca todos los Derechos Animales. Las acciones sobre el medio ambiente o relativas a humanos no competen al veganismo.
En dicho sentido, uno de los alegatos más frecuentes en la actualidad es el referido al aceite de palma. El vegetarianismo implica explotación animal directa; pues a tales animales se los usa como recursos para nuestros fines. Cuando se consume aceite de palma, el humano no está pagando necesariamente para que exploten orangutanes. Todo lo relacionado con ellos es una consecuencia de una gestión injusta e ineficiente, no culpa de los veganos por causas circunstanciales. Un vegano, por definición, no causa explotación animal directa. No paga para que los orangutanes sean esclavizados y, desde luego, tanto un comelotodo como un vegetariano causan infinitamente más daño cuantitativo a los animales no humanos y al medio ambiente.
La gota que colma el vaso
De entre todos los ejemplos cuales presenciamos a diario, hay algunos especialmente sangrantes por el cinismo que denotan sus palabras. A diferencia de otros comentarios, éstos no sugieren ni una muestra de reflexión o atisbo de consideración hacia los animales no humanos. Justo lo contrario, vienen a decirnos cómo nos atrevemos a cuestionar su legitimidad para explotar a las víctimas. Se arrogan una potestad y la reivindican mediante ataques.
«Tengo derecho a explotar porque soy rescatista»
Este tipo de comentarios con tantísimos errores conceptuales evidencian que el mayor problema del vegetarianismo es que está conformado por sujetos tan especistas como el resto de la sociedad. No sabe qué significa «explotación». No hay una forma de explotar «con cabeza»; sólo cabezas que se sienten con la conciencia tranquila al pensar que ya son justos y que hacen suficiente. Todo uso de ellos es explotación. No son sus gallinas ni vacas. No son sus esclavos; son productos que pertenecen a tales animales. Los casos personales no constituyen reglas generales. Casi todo el mundo puede ser vegano. No se trata de un problema de metabolismo; sino de mentalidad.
Por si no le hubiese bastado con mostrar su ignorancia, sigue a la carga esgrimiendo los argumentos falaces más trillados e infantiles que uno pudiera imaginar. Comete una falacia ad populum, incurre en una falacia del término medio. No tiene derecho a beneficiarse de ellas. Eso no es «rescate»; sino pasar de que las exploten otros a hacerlo uno mismo. Continúa colgándose medallas como si sólo ella rescatase animales no humanos o trabajara en albergues. Y, ante todo, señala esa razón como argumento para usar vacas y gallinas como sus esclavas. Yo me he dejado cientos de euros aun siendo estudiante y sin trabajo. Sin embargo, no encuentro relevante ir vacilando de ello a los cuatro vientos y, ni muchísimo menos, utilizar esta basa para situarme en un pedestal de cuasiDios.
Si le importan las víctimas, que sea vegana, que no intente justificar sus acciones porque sea una «buena samaritana». Lo cortés no quita lo valiente. O lo que es lo mismo: que haga cosas bien no significa que todo lo que haga resulta correcto o aceptable.
Sin más, aquí termina otra entrada dedicada a señalar la difícil situación en que se hallan los animales no humanos debido a la irracionalidad y egocentrismo de los humanos.