Biología de los reptiles (VII): La locomoción y sus adaptaciones
Las lagartijas corredoras suelen tener la cola muy larga, entre dos y tres veces la longitud del cuerpo. En esta fotografía se ve a una hembra de Podarcis muralis sobre una roca.
La locomoción de los reptiles
La locomoción de los reptiles es tan variada y numerosa en posibilidades como el propio aspecto exterior de cada especie. Dicha locomoción está estrechamente relacionada con el sustrato sobre el que se mueven y, en general, con el medio en el que viven.
Un suelo firme, una pared rocosa, un impetuoso torrente o la alta mar no plantean, obviamente, las mismas exigencias a los reptiles que las habitan; por consiguiente, tanto la morfología de las distintas especies de reptiles como sus modos de locomoción serán por lo menos tan diferentes como distintos son estos medios. Esta diversidad, en efecto, se ve amplificada por la existencia, en muchos ecosistemas poblados por reptiles, de especies con las patas bien desarrolladas y de otras que son ápodas.
En la superficie del suelo, el modo de locomoción más usual de las tortugas y de la mayoría de los lagartos es el paso, consistente en apoyar en todo momento el cuerpo sobre tres patas y a veces también sobre la cola. Cuando corren, los lagartos lo hacen elevando el tronco y apoyándolo en todo momento sobre dos patas en lugar de tres. Las lagartijas que corren con gran rapidez acostumbran a mostrar una cola larguísima, la cual duplica o triplica la largura del propio torso.
En los lagartos de locomoción lenta, por el contrario, la cola suele ser más corta que el resto del cuerpo, como sucede en algunos geckos y en los helodermátidos. En sentido inverso, una longitud excesiva de la cola puede ser un obstáculo para la velocidad, como en los lagartos asiáticos Tachydromus y Calotes, cuyo apéndice caudal cuadriplica o incluso quintuplica la longitud de cabeza y cuerpo.
Velocidad de los reptiles
La rapidez de algunos lagartos puede llegar a ser importante. Así, por ejemplo, el teíido Cnemidophorus lemniscatus puede correr a 28 km/h aunque, contrariamente a los endotermos mamíferos, sólo puede mantener esta velocidad durante breves trayectos. Algunos lagartos se levantan sobre sus patas posteriores cuando corren y son capaces de recorrer cierta distancia en marcha bípeda, utilizando la cola como contrapeso.
Este modo de locomoción es bien conocido en el clamidosaurio, en los basiliscos, en el lagarto de collar norteamericano y en otros crotafítidos. Ciertos lagartos llegan incluso a saltar, extendiendo al mismo tiempo sus bien desarrolladas extremidades posteriores, al modo de las ranas.
Las salamanquesas son menos veloces que los lacértidos y exhiben la cola más corta que éstos (izquierda: Tarentola mauritanica). Hay muy pocas especies que emplean el movimiento sinuoso lateral como forma de desplazamiento sobre arena fina (derecha: Cerastes cerastes).
Carrera y reptación de los reptiles
Muchos lagartos cuyo sistema de locomoción es la marcha o la carrera a cuatro patas presentan, además, un movimiento ondulatorio de todo el cuerpo cuando se desplazan. Este tipo de movimiento no es exclusivo de las especies alargadas, con extremidades atrofiadas o inexistentes, sino también de otras con el cuerpo robusto y las patas bien desarrolladas.
La ondulación de la columna vertebral sobre un plano horizontal es especialmente común en las serpientes, a las que permite su característico avance por reptación; pero no todos los ofidios utilizan este movimiento ondulatorio, o por lo menos no de un modo exclusivo.
Algunos se desplazan en linea recta, utilizando el mismo principio «agrimensor» que las orugas de los lepidópteros geométridos (mariposas nocturnas), es decir levantando y avanzando una serie de placas ventrales mientras las siguientes permanecen inmóviles. Este modo de locomoción se observa en muchas boas y víboras, pero nunca en las alargadas culebras.
Otro modo de locomoción singular es el «sidewinding» o «movimiento sinuoso lateral» utilizado por algunas víboras que viven exclusivamente sobre la arena fina de los desiertos, como las africanas Cerastes vigera, Cerastes cerastes y Bitis peringueyi o la cascabel cornuda (Crotalus cerastes).
Este singular modo de locomoción se basa en el principio de la hélice o del tornillo de Arquímedes: el cuerpo del ofidio no se apoya sobre el suelo en toda su longitud, sino solo sobre dos puntos que se mueven desde delante hacia atrás; la serpiente no se desplaza por tanto directamente hacia delante, sino lateralmente (Mertens, 1959).
Adaptación de la obra ANFIBIOS Y REPTILES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA, BALEARES Y CANARIAS. Colección Nuevas guías de campo. Ediciones Omega, Barcelona. 2011. Autores: Masó A. & M. Pijoan.
Biología de los reptiles
- Biología de los reptiles (I): Características generales
- Biología de los reptiles (II): Origen y evolución
- Biología de los reptiles (III): Regulación de la temperatura
- Biología de los reptiles (IV): Piel, escamas y coloración
- Biología de los reptiles (V): Esqueleto, órganos de los sentidos y otros detalles anatómicos
- Biología de los reptiles (VI): Reproducción
- Biología de los reptiles (VII): La locomoción y sus adaptaciones
- Biología de los reptiles (VIII): Locomoción en el medio hipogeo
- Biología de los reptiles (IX): Locomoción en el medio arbóreo
- Biología de los reptiles (X): Locomoción en el medio acuático
- Biología de los reptiles (XI): Alimentación
- Biología de los reptiles (XII): Serpientes venenosas
- Biología de los reptiles (XIII): Depredadores de reptiles
- Biología de los reptiles (XIV): Estrategias defensivas