¿Por qué denigramos la empatía infantil?
Un bebé trata de ayudar a un conejo de piedra a subir con el resto de su familia. La llamada «inocencia de los niños» nos da lecciones de humildad, sencillez y, ante todo, racionalidad libre de prejuicios. La empatía infantil nunca dejará de sorprendernos, pues el especista se hace; no nace así.
Denigramos la empatía infantil
Cuando nacemos somos individuos íntegros y únicos que no se preocupan por las nimiedades de nuestro mundo injusto. Somos contenedores vacíos de conocimientos que piensan por sí mismos en cada fase del camino. De niños, vivíamos ajenos a los prejuicios de nuestra sociedad. Sin embargo, los distintos elementos de nuestro constructo humano nos han arrebatado la empatía que constituye un parte fundamental de nuestra propia naturaleza.
Para detallar este hecho, quisiera utilizar como ejemplo una noticia altamente difundida en las redes (eso a lo que ahora llaman «viral») con la que me topé el otro día. Se trata de un niño pequeño que prorrumpe en llantos al saber que su madre había usado veneno para matar una babosas que afectan a sus plantas:
Niño uruguayo propone idea original para que las babosas no tengan hambre
El activista Igor Sanz no tardó en manifestar sus reflexiones acerca del suceso:
Un vídeo interesante, del cual yo destacaría tres puntos fundamentales. Primero; la inocencia de los niños —a menudo desdeñada— no es sino el reflejo de una mentalidad exenta de prejuicios y capaz de observar cada problema en su máxima sencillez, libre de las complicaciones con que nos gusta adornarlo a los adultos. Segundo; se aprecia una vez más cómo el especismo necesita servirse de mentiras y manipulaciones para su inculcación. La madre sabe que el veneno que mata a las babosas también mata a los caracoles, pero trata de engañar a su hijo con el propósito de acallar su empatía y sensibilidad. (Por cierto que estos días se andan celebrando ya las comuniones; por lo visto, la única imposición que preocupa en cuanto a los niños es la «imposición» vegana). Y tercero; no deja de ser curioso que, como último recurso, la madre apele a su preocupación por las plantas para justificar el acto de haber dado muerte a decenas de individuos inocentes.
Desde pequeños nos inculcan que los demás animales son meros objetos y recursos a nuestro servicio. Anulan nuestra empatía infantil mostrándonos las maneras en que podemos servirnos de los animales y el sinnúmero de beneficios que obtenemos al utilizarlos para nuestros fines.
El especismo es inculcado desde la tierna infancia
Durante nuestra crianza y educación nos inculcan una visión identitaria según la cultura de nuestro pueblo y numerosos hábitos de conducta, ya sea mediante formas pedagógicas complejas o por medio de un aprendizaje condicionante. Al efectuarse todo ello en una etapa temprana de nuestro desarrollo, luego nos resulta infinitamente más complicado sopesar estos datos y analizarlos con objetividad. De tal manera, aceptamos como «normal» y cotidiano aquello que habríamos considerado inverosímil o un auténtico atropello si nuestro sentido moral no hubiese quedado recluido dentro de la celda del adoctrinamiento social. La adoctrinación especista que recibimos, a partir de la infancia, en todos ámbitos de nuestra vida (familia, escuela, etc.) nos causa ceguera empática y provoca que empecemos a ver a los demás animales a modo de objetos en lugar de sujetos.
Por si los relatos particulares y las investigaciones en psicología infantil no bastasen para demostrar la empatía infantil y la vasta capacidad de los niños a la hora de resolver problemas complejos mediante una pasmosa sencillez, se evidencia en los respectivos adultos el hecho de que el grueso de los humanos rechaza contundentemente aquellas formas de explotación animal para las cuales no han sufrido una alienación moral. Por desventura, no se percatan de que sus actividades diarias no se diferencian de las rechazadas desde el punto de vista moral.
Una vez superado el prejuicio, de adultos somos ya capaces de definirlo. Para encontrar la senda de una sociedad más justa y equitativa tanto para humanos como nohumanos solamente debemos recuperar nuestros rasgos más básicos y potenciar un razonamiento sin prejuicios. Pongamos en tela de juicio todas nuestras ideas preconcebidas y liberemos a nuestros a esclavos.