Mancusso

¿Las plantas sienten?

¡Derechos Animales ya! - Los animales sienten, las plantas no sienten
Mucha gente cuestiona a diario si las plantas sienten. No, las plantas no sienten. E incluso aunque lo hicieran, eso no justificaría la explotación anmal como tampoco justificaría la explotación humana.

Introducción

¡Benditas plantas! Por razones curiosas, cuando los activistas por los Derechos Animales tratamos de explicar que los animales merecen respeto, siempre —pero siempre— salta alguien alegando que «¡las plantas también sienten!» en un vulgar intento de hacer una reducción al absurdo: «Si las plantas sienten, entonces está bien asesinar animales (comer carne)». Esto es algo tan lógico como afirmar: «Si las plantas sienten, entonces está bien asesinar humanos».

Que las plantas sientan o no es irrelevante para los Derechos Animales como lo es para los Derechos Humanos y nadie —pero nadie— saldría con tales alegatos para justificar actos tan atroces como el asesinato o la esclavitud humana. Así ocurre, por desgracia, porque la sociedad cosifica a los animales y los considera como «plantas que se mueven».

Y en este prejuicio moral, el especismo, también incurren muchos de los autodenominados «animalistas». No obstante, dado el «furor intelectual» que despiertan las plantas cuando los activistas veganos defendemos los animales, en esta entrada se explica aquello que sabemos sobre el metabolismo vegetal.

¡Derechos Animales ya! - Flores de 'Mimosa pudica'
Flores de «Mimosa pudica», una planta famosa por su receptividad al tacto. El metabolismo secundario engloba aquellas actividades de la planta dedicadas a su defensa contra patógenos y herbívoros. Esta defensa se produce por reacciones químicas. No interviene ningún sistema nervioso.

¿Las plantas sienten? Una explicación del metabolismo secundario

El conjunto de acciones emprendidas por las plantas para combatir a otros seres vivos que la atacan se agrupan en lo que se conoce como «metabolismo secundario».

La respuesta de una planta a cualquier estímulo es el resultado una complejísima red de interacciones entre distintas rutas de señalización hormonal. Distintos estímulos provocan una activación asimétrica de esas redes señalizadoras complejas y el balance final de interacciones entre éstas determina las respuestas específicas al estímulo inicial [→].

Activación de respuestas a patógenos y herida en Arabidopsis dependientes de AtMYC2 y ERF1 - Metabolismo secundario
Representación esquemática de la activación de respuestas a patógenos y herida en Arabidopsis dependientes de AtMYC2 y ERF1.

Como decía, cuando realizamos activismo por los Derechos Animales nunca falta la ocurrencia de que estamos equivocados en defender exclusivamente a los animales porque las plantas también sienten y bien que nos las «comemos». Menudos hipócritas somos, ¿no?

En tal situación, pasamos inmediatamente a explicar que la ciencia no acepta siquiera el concepto de «neurobiología vegetal». Lejos de entrar en un debate lingüístico, los argumentos aportados por 33 expertos en fisiología vegetal se resumen en que no existen evidencias que sugieran la capacidad de sentir en las plantas:

Las células vegetales comparten características en común con todas las células biológicas, incluidas las neuronas. Por citar sólo algunas: las células vegetales muestran potenciales de acción, sus membranas albergan los canales iónicos dependientes de voltaje, y hay pruebas de sustancias semejantes a las neurotransmisoras.

Igualmente, en un sentido más amplio, la transducción de señales y transmisión a distancia es una propiedad tanto de las plantas como de los animales. Aunque a nivel molecular son aplicados los mismos principios generales y pueden extraerse algunos paralelismos importantes entre los dos principales grupos de organismos, esto no implica a priori la existencia de estructuras comparables a la propagación de la señal a nivel celular, de tejidos y de órganos.

Un atento análisis de nuestro conocimiento actual sobre la fisiología y la biología y la comunicación celular de plantas y animales no proporciona ninguna evidencia de tales estructuras.

Por tanto, podemos afirmar que tales individuos cometen una petición de principio al dar por demostrado y argumentar sobre algo contrario a lo postulado por la comunidad científica.

Parte del error deriva de la confusión entre sensibilidad (sintiencia) y receptividad, un fallo común que se repite constantemente en medios de divulgación científica con poco rigor y honestidad. Sentir significa «convertir impulsos en sensaciones». Para sentir no sólo se requiere engendrar dichos impulsos; sino estructuras que puedan integrar y modular potenciales de acción, y permitir una comunicación integral del organismo.

La sintiencia se desarrolló en animales (organismos pluricelulares móviles) porque resultaba adaptativo generar una respuesta física para evitar un daño o peligro (movimiento en su forma más básica). En organismos sésiles no es adaptativo sentir por el simple hecho de que no pueden desplazarse.

Sentir supone un gasto extra de energía y merma la fisiología del individuo. Si el bosque arde, las plantas se quemarán con él. ¿De qué les servirá sentir? ¿Qué sensación palpada les evitará tan triste destino? La naturaleza no selecciona (fija) rasgos perjudiciales para el individuo o, al menos, no si existe ofrecen algún beneficio a cambio. En este caso no lo hay.

¡Derechos Animales ya! - Cuando creen las personas que sienten las plantas
Todos los especistas, sin excepción, se acuerdan la hipotética sintiencia de las plantas cuando se les menciona el hecho objetivo y demostrable de que los animales sienten y que, por ello, merecen respeto.

¿El beneficio de la duda?

A pesar de todo ello, la sociedad general arguye contraargumentos más o menos coherentes que van desde otros artículos en páginas de divulgación con otros autores hasta teorías de la conspiración y creencias esotéricas acerca del flujo de la materia y la energía.

En internet aparece un acerbo variopinto de entradas referidas a las respuestas vegetales ante patógenos y cómo se comunican de formas extraordinarias para resistir un ataque. Para exponerlo, dichos medios describen rutas bien estudiadas como la de jasmonato (citada arriba) con el fin de asombrar a sus lectores al sugerir la posibilidad de que las plantas sean inteligentes. Dejar al aire estas conclusiones genera un caldo de cultivo perfecto para la pseudociencia.

Diagrama de la percepción de quórum
Modelo general del mecanismo de la percepción de quórum. A la izquierda, la población de células y la concentración de la molécula autoinductora (puntos azules) son bajas, en consecuencia, la sustancia (puntos rojos) no se produce. Esto sí sucede cuando la población ha aumentado y la concentración del autoinductor es alta (a la derecha).

Nadie suele acordarse (o no tanto) de otros fenómenos análogos de comunicación intra- e interespecífica. A modo de ejemplo, la percepción de quórum es un mecanismo de regulación de la expresión genética en relación directa con la densidad celular. En éste, muy extendido entre diferentes organismos, las células involucradas producen y excretan unas sustancias llamadas autoinductores para inducir una expresión genética colectiva.

El proceso es relativamente simple: las células generan y liberan una concentración determinada de autoinductor; la cual, por sí sola, no causa ningún efecto. Sin embargo, cuando la concentración se incrementa debido a la producción de otras células por encima de un umbral, estas moléculas disparan la expresión de ciertos genes (generación de toxinas, cambios en la movilidad, etc.). Como curiosidad, aunque se ha estudiado sobre todo en células procariotas, se ha hallado asimismo en células eucariotas. Hay casos de este comportamiento descritos en células del ser humano.

¿El hecho de que distintos clados bacterianos sensen su propia cuantía poblacional antes de comenzar una infección, y de que algunas de nuestras propias células también lo hagan, se relaciona de algún modo con la generación de sensaciones? En absoluto.

Entonces, ¿por qué suelen citar las valoraciones del ínclito Mancusso, quien se basa en rutas de metabolismo secundario para aseverar la sintiencia de las plantas? Contestaré con simpleza: la ignorancia del pueblo es siempre un buen negocio.

¡Derechos Animales ya! - Bosque templado
Si las plantas sintieran, merecerían respeto. Hipotetizar con que sientan no sirve para justificar la explotación animal.

Conclusión

Siempre cabe recordar, por activa y por pasiva, que la supuesta sintiencia en las plantas resulta irrelevante para los Derechos Animales. Si se demostrara finalmente que sintieran, entonces tendríamos que respetarlas a ellas. Nuestra relación con los demás sujetos no cambiaría. Sin embargo, nos encontramos a diario con gente que usa la supuesta sintiencia de las plantas como arma arrojadiza para afirmar «comamos a todos por igual».

Ello parece olvidar que los humanos también somos animales y que, si alguien pretende justificar el comer sólo aquellos organismos no-humanos, incurre en una discriminación especista. Todo se reduce a la necesidad del ser humano por encontrar justificación a sus prejuicios de supremacía y sentirse legitimidad para explotar a otros animales por no ser humanos; a pesar de que ellos, con total seguridad, sí sienten y padecen. Cinismo sería el término apropiado.

Incluso con estos datos y argumentos, imaginemos por un instante que las plantas sí sientan con absoluta certeza. Yo, como vegano, no tengo absolutamente nada en contra. Por el contrario, si así fuese tendría una razón ética de peso para exigir que las respetásemos del mismo modo que lo reivindico para los animales no-humanos. No, no estaríamos forzados a comer piedras; pues los frutos y semillas no están vivos y, a falta de una investigación pertinente, quizás sí podríamos obtener todos los nutrientes necesarios a partir de éstos sin dañar a nadie.

En cualquier caso, podemos usar nuestra imaginación para fantasear con realidades paralelas o hacer algo más productivo: sopesar la realidad que conocemos y actuar con justicia. No hay una forma justa de explotar a otros animales con independencia de cuanto ocurra en las plantas, al igual que no justificaríamos dichas acciones en seres humanos apelando a ellas. Frente a la discriminación sistemática que padecen los animales, podemos y debemos rechazar toda forma de explotación animal y promover la abolición de su estatus de propiedad.