Lagartija roquera (Podarcis muralis)
Descripción del adulto de la lagartija roquera
La lagartija roquera es de tamaño medio, aspecto robusto y cabeza alta. Longitud cabeza-cuerpo entre 4,8 y 7 cm. Se contabilizan de 41 a 62 escamas dorsales, pequeñas y granulares, a lo largo de una línea transversal en el centro del cuerpo. Dorso pardo o pardo verdoso con o sin manchas negras repartidas por toda su superficie y especialmente concentradas en la zona dorsal central (región vertebral); en muchas ocasiones, estas manchas forman una banda central negruzca de contornos irregulares.
Sus costados son negros o pardos muy oscuros, uniformemente pigmentados o, más raramente, con pequeños puntos claros dispersos. Vientre blanquecino, grisáceo, crema o rojizo, con manchas diminutas sobre una, dos o todas las filas longitudinales de escamas ventrales. Posee garganta generalmente cubierta por manchas grisáceas o ferruginosas de contornos difuminados e irregulares. Es característico que muchos individuos cuenten con líneas de coloración gris oscuro, negruzca o rojiza que atraviesan las escamas submaxilares, a ambos lados de la garganta.
Dimorfismo sexual
En algunas poblaciones, las hembras son algo mayores que los machos, y en otras no existen diferencias en cuanto al tamaño corporal. Los machos tienen la cabeza más robusta y la cola más larga. En general, las hembras presentas costados más uniformemente negros, de forma que el contraste con el dorso es aparente todavía que en los machos. El límite entre costados y dorso resulta también más nítido en las hembras.
Descripción del juvenil de la lagartija roquera
El tamaño de los recién nacidos ronda los 24-30 mm de longitud cabeza-cuerpo y los 35-45 de largura de cola, con un peso medio comprendido normalmente entre 03, y 0,6 g. El diseño dorsal de los juveniles se muestra similar al de los adultos. Ventralmente suelen estar menos pigmentados, sin líneas submaxilares y con ausencia de reticulado en la garganta.
Distribución
Se trata de una lagartija de amplia distribución que puede hallarse desde las costas occidentales del mar Negro y la Turquía asiática hasta la península ibérica. Por el norte de Europa occidental llega hasta Holanda, y se conocen varias introducciones en EE.UU. En la península ibérica es una lagartija propia de la zona eurosiberiana y está ampliamente distribuida por los Pirineos, el Prepirineo y la cordillera y cornisa Cantábricas. Penetra hacia el interior peninsular a través del sistema Central oriental (sierras de Ayllón y Guadarrama) y sistema Ibérico (sierras de Gúdar y Peñagolosa). Se la ha citado en islotes costeros de Asturias, Cantabria y Vizcaya.
Variaciones geográficas
Es una de las lagartijas que menor variabilidad geográfica presenta en la península ibérica, de modo que se mantienen en casi todas las poblaciones ibéricas, con muy pocas variaciones, un dorso más claro, pigmentado irregularmente de negro o no, y los costados oscuros contratados. Se han descrito tres subespecies ibéricas de lagartija roqueras; pero las poblaciones ibéricas apenas se diferencian de las del resto de Europa occidental, por lo que conserva su asignación a la subespecie típica. Por otro lado, en las islas cantábricas astuarianas de Castroll Ballota, Castro de Poo, Herbosa, Isla de Cabo Peñas y Peña la Deva habitaría una raza geográfica, Podarcis muralis rasquinetti, de mayor tamaño corporal y pigmentación más intensa. Se ha informado de tanto individuos parcialmente albinos como otros por completo melánicos.
Especies similares
La lagartija roquera exhibe una combinación única de características que la hacen inconfundible respecto al resto de lagartijas del género Podarcis que habitan la Península. Muestra costados muy oscuros y uniformes, contrastados con el dorso, que es más claro; reticulado negruzco o ferruginoso en la garganta; las líneas submaxilares son oscuras, y la cabeza, relativamente alta. Estos caracteres no se observan a la vez en ninguna otra especie, particularmente en las áreas de media montaña donde conviven con la lagartija roquera.
Hábitat
Ocupa una notable variedad de hábitats, desde las zonas rocosas hasta los bosques de hayas o robles, e incluso las construcciones humanas. En el norte de la Península evidencia un carácter más antropófilo y rupícola, mientras que en el sistema Central se acantona en taludes de tierra en zonas clareadas de bosques caducifolios o de coníferas. Presente desde el nivel del mar hasta los 2.100 m de altitud en los Pirineos.
Biología de la lagartija roquera
Se encuentra activa desde el comienzo de la primavera hasta bien entrado el otoño. Durante la actividad mantiene, como promedio, temperaturas corporales de unos 33,8 °C.
En zonas costeras del norte de la Península suelen realizar dos o tres puestas anuales, mientras que en el sistema Central tan sólo parece haber una. La ovoposición varía entre dos y nueve huevos; las hembras de mayor envergadura ponen una mayor cantidad de huevos. El tamaño medio de los huevos ronda los 10-12 mm de longitud por 5-8 mm de anchura. Resulta habitual la existencia de puestas comunales de varias hembras en un mismo lugar. La madurez sexual se alcanza al año de vida. En libertad, la longevidad máxima registrada ha sido de 6 años.
Se alimenta sobre todo de pequeñas insectos, como chinches, avispas, arañas, tijeretas, moscas y mosquitos. No se han observado diferencias patentes entre las dietas de machos, hembras y juveniles.
Entre sus enemigos naturales se hallan las culebras lisas meridional y europea, la víbora de Seoane, el cernícalo vulgar, el ratonero, el águila culebrera, las lechuzas común y campestre, el cárabo, el mochuelo y la marta. Asimismo hubo una observación de una Mantis religiosa que devoraba un juvenil de lagartija roquera.
En la Península se han señalado densidades de población entre 66 y 190 individuos por hectárea, si bien en otras regiones europeas se conocen poblaciones con densidades notablemente superiores. Se considera a la lagartija roquera como una especie territorial.
Estado de sus poblaciones
Las poblaciones continentales de la lagartija roquera se estiman no amenazadas; pero en las insulares de la costa cantábrica se han detectado diversos peligros para la especie, como la introducción de individuos de la costa que, a medio o largo plazo, modificarán las variables genéticas propias de la población insular, diferenciada en condiciones de completo aislamiento durante incontables generaciones.
Referencias
Braña (1981, 1991, 1993), Braña et al (1992), Dexel (1986), Gosá (1987), Klemmer (1964), Martín-Vallejo et al (1995), Pérez-Mellado (1997, 1998).
Adaptación de la obra ANFIBIOS Y REPTILES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA, BALEARES Y CANARIAS. Guía ilustrada para identificar y conocer todas las especies. Autores: Luis Javier Barbadillo, José Ignacio Lacomba, Valentín Pérez-Mellado, Vicente Sancho, Luis Felipe López-Jurado.
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