Magnífica viñeta artística en homenaje a la perrita arrojada a las fauces de un cocodrilo. En esta entrada lanzamos una reflexión sobre por qué la indignación animalista no sirve para salvar a los animales ni para evitar sucesos como el presente.
A su vez, ese mismo especismo desemboca en que la mayor parte de los animalistas se indignen por este caso de una perrita arrojada a las fauces de un cocodrilo mientras no dudan en participar en la crianza, manipulación y asesinato de otros animales que no son perros.
Los perros, los cocodrilos y otros animales carecen de protección legal
Las leyes no podrán proteger a los perros y a otros animales mientras carezcan de derechos legales. Todos ellos seguirán sin derechos mientras la sociedad siga participando en la explotación animal.
Las granjas de cocodrilos son centros ganaderos destinados a la crianza de cocodrilos por su carne y piel. Toda forma de explotación y esclavitud animal es injusta con independencia de la especie de que se trate. El bienestar animal es un mero reclamo publicitario para tranquilizar la conciencia de los consumidores.
Las granjas de cocodrilos no son diferentes de cualquier otra ganadería
Las granjas de cocodrilos son centros ganaderos dedicados a la crianza de cocodrilos por su carne y piel. En estas granjas se hacina a cocodrilos en un hábitat artificial de tipo lacustre y pantanoso, se los obliga a nadar y asolearse entre sus propios excrementos, se los alimenta con cadáveres de otros animales provenientes de otras granjas y se los asesina allí mismo en cuanto alcanzan el tamaño ideal para su relación mantenimiento-precio.
Debido a la presencia de osteodermos en algunas especies cocodrilianas, las granjas de cocodrilos suelen explotar exclusivamente a aquellas especies sin osteodermos como, por ejemplo, el cocodrilo poroso.
Un cocodrilo parece un animal temible y falto de emociones, pero no lo es absoluto. Los cocodrilos no merecen menos respeto que un perro, un gato, un delfín, una ballena, una tortuga, un chimpancé o cualquier animal más próximo a nosotros o por el cual sintamos un apego especial.
En general, se utilizan soluciones salinas que se insertan a presión por la cloaca de los machos para forzar la emersión del pene y su eyaculación. A las hembras, por su parte, las inmovilizan de distintas maneras para introducirles el semen durante la época reproductiva.
Según manuales veterinarios y algunos consejos de «bienestar animal», la mejor manera de asesinar a estos animales —«sacrificio humanitario»— es usando un arma de fuego de bajo calibre para así evitar que se dañe su piel.
Si realmente nos importa la justicia, debemos comprender que todos los animales, pequeños o grandes, sean mamíferos o reptiles, merecen respeto porque ellos, como nosotros, poseen intereses inalienables tales como la vida, libertad e integridad.
Noticia publicada en El Mundo que recogía el suceso de que un grupo de campesinos había cometido una masacre de cocodrilos al asaltar una granja dedicada a la conservación de estos animales en peligro de extinción.
Una masacre de cocodrilos en Indonesia cometida como venganza
El otro día llegaba la noticia, publicada en El Mundo, de que un grupo de campesinos en Papúa Occidental, Indonesia, había asaltado una granja de conservación de cocodrilos en peligro de extinción para exterminar a todos los cocodrilos que allí se encontraban en venganza ante la muerte de un hombre de la localidad que falleció tras haber entrado en dicho recinto.
Ante estos hechos tan atroces cabe plantearse si la humanidad tiene remedio o si alguna vez existirá un futuro más justo para con los demás animales, más allá del infierno que actualmente viven. Quisiera arrojar algunas reflexiones veganas sobre esta masacre de cocodrilos. Pues, la verdad, me desespera ver y leer siempre las mismas reacciones estúpidas, viscerales y faltas de autocrítica —como siempre— y la incapacidad evolutiva humana a nivel social.
Enfoques erróneos y desconocimiento de las causas
Tras esta masacre de cocodrilos en Indonesia, distintos medios de comunicación y particulares se han hecho eco de la noticia para verter sus propias interpretaciones antropocéntricas y especistas sobre los animales:
3) Tenemos a quienes se tiran de los pelos porque han matado a estos animales por venganza —nunca se considera algo bueno en ninguna fe— y porque no se les ha dado un uso. Si esta masacre de cocodrilos hubiera sido para comérselos o para subsistir vendiendo sus pieles, este suceso ni siquiera sería noticia. Pues el motivo de la misma que no es que hayan sido asesinados 300 cocodrilos a martillazos, hachas y palos —sus vidas, pensarán, no valen moralmente una mierda—; sino que unos vecinos lo hacen hecho por venganza en contra de ordenanzas estatales. O sea, el enfoque es de carácter cultural y político para analizar la brecha de desarrollo, etc. Y sirve a los medios para ahondar en las mismas estupideces de siempre que son el entretenimiento de unos y otros grupos políticos para hacer campaña.
Juveniles de cocodrilo vistos de perfil.
4) Tenemos a quienes, en una muestra de compasión y sabiduría, recuerdan que los animales no humanos tienen «derechos legales» apelando a la manida carta de la ONU que data desde hace más de 20 años con un desconocimiento completo de que dicho documento no protege legalmente a nadie; sino que se limita a describir cuáles serían las recomendaciones generales respecto al trato que debemos darles de acuerdo con nuestra propia moral. Es decir, el reconocimiento que hizo la ONU es bienestarista y rechaza el sufrimiento extremo por el simple hecho de que ningún ser humano acepta infringir sufrimiento sin obtener un beneficio a cambio (principio humanitario). No es un logro ni progreso; sino el consenso de una protomoral cuasigenética que va acompañado de beneficios económicos y una tranquilidad social beneficiosa para todos menos para las víctimas.
5) Tenemos a quienes, crédulos e ignorantes, apelan a partidos, organizaciones y otras entidades para que «arreglen» el desaguisado que han causado a los animales, o dialoguen con los lugareños para evitar otra futura masacre de cocodrilos sin entender que, más allá del propio sentimiento de venganza humano que también se expresa contra miembros de nuestra especie, el problema de fondo radica en el antropocentrismo que nos lleva a creer que sus vidas no valen nada por pertenecer a otra especie (especismo).
Por tanto, cuando sucede un accidente en que un animal mata a un humano, nos acordamos de repente de que es un «objeto semoviente» y decidimos quitarlo de en medio porque nos estorba. La solución a este problema moral no viene con los incentivos o con que convenzan a los pueblerinos de que la granja de cocodrilos les generará dinero.
En fin… no veo progreso, solución ni esperanza. O, al menos, no espero llegar a observarlo en vida. Sólo atisbo miseria, ignorancia, maldad y muchos individuos humanos cuya racionalidad roza el cero a pesar de que nos creamos la especie más inteligente sobre la Tierra.
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