¿Resulta caro comer vegano? Para comer de manera 100% vegetal basta con consumir cereales, legumbres, frutas, verduras y productos vegetales de cualquier tipo.
Índice
¿Resulta caro comer vegano?
La respuesta corta sería: depende de cuáles productos consideremos. Un producto vegano es aquel que no contiene ninguna sustancia de origen animal en cumplimiento con el imperativo ético del veganismo.
Históricamente, la alimentación humana ha estado fundamentalmente basada en compuestos vegetales. Éstos se hallan bastante disponibles en la práctica totalidad de los ecosistemas y cuentan con cantidades considerables de glúcidos y una cuantía variable de proteínas y grasas. Al día de hoy, los cereales constituyen el mayor aporte nutricional para nuestra especie al componer una ingente cantidad de alimentos. Debido a su producción en gran escala como materia prima, el coste por kilo resulta menor al de aquellos compuestos que se originan tras un proceso de elaboración o manufactura.
Desde el punto de vista ecológico, la agricultura se sirve de la producción primaria terrestre, es decir, aumenta la cantidad de energía electromagnética —solar— fijada en forma de enlaces químicos durante el proceso de fotosíntesis (realizado por plantas y organismo microscópicos). En cambio, la explotación animal que ejercemos los humanos se mal denomina producción secundaria fuera también de ámbito ecológico. Los organismos heterótrofos no producimos nada en términos energéticos; sino que degradamos y reordenamos la materia ingerida para fabricar nuestros propios complejos celulares y tejidos.
A tenor de este hecho, podemos deducir fácilmente dos conclusiones sobre el costo de comer vegano:
- Alimentarnos de la producción primaria supone un aprovechamiento superior de la energía química fijada mediante el proceso de fotosíntesis. ¿Cómo puede haber individuos humanos con hambre en el mundo mientras sí hay para alimentar a nohumanos esclavizados?
- Al ser nosotros los consumidores directos, obviamos el desembolso económico y el daño ecológico asociado al consumo ganadero.
Tabla de precios relativos en un supermercado de Mérida, Venezuela. Extraído de un estudio nutricional. Obsérvese en el listado que los productos vegetales son más asequibles. Y más eficientes incluso respecto a los nutrientes que contienen.
¿Por qué a veces resulta caro comer vegano?
Sin embargo, esta lógica tan básica entra en conflicto falla con el monopolio económico existente en la producción agrícola internacional. Existen unas pocas multinacionales que controlan la producción agrícola puesta a la venta con el sucio propósito de jugar con el valor bursátil —acciones— a conveniencia del inversor. Este fenómeno, sumado al engorde de esclavos no humanos, explican por qué el aumento neto de la productividad no ha satisfecho las necesidades humanas existentes.
Se concluye, pues, que el precio de los productos vegetales resulta notablemente inferior; pero podría bajar todavía más si no hubiera un «cártel» injusto.
La disimilitud fundamental entre los productos veganos derivados y aquéllos típicos de la explotación animal reside en dos factores: demanda y competencia.
Demanda y competencia
El consumidor tradicional paga proporcionalmente un menor porcentaje de gastos asociados a la manipulación y el transporte. Cuando una empresa produce ingentes cantidades de un producto, ésta establece acuerdos con los proveedores y centros comerciales y, a su vez, los respectivos minoristas ven reducido el costo de traerlos a las tiendas.
Los veganos aún somos una absoluta minoría y ello implica que ninguna compañía va a emitir toneladas ni ningún minorista adquiera un volumen elevado. Por ello, hoy la práctica del veganismo puede ser cara si uno opta por determinados productos con una baja oferta y una demanda poco asentada en el mercado.
En relación a esto, también se adolece de una marcada competencia en el mercado. Si hubiese numerosas compañías dispuestas a satisfacer la creciente demanda vegana, unas y otras se verían abocadas a reducir los importes al consumidor con el objetivo de incrementar sus ventas. Igualmente, un mayor número de consumidores veganos haría que el transporte de los géneros resultase más rentable.
Aunque el actual panorama está a punto de cambiar como resultado del crecimiento exponencial en el número de veganos y del surgido interés por parte de vastos grupos empresariales, esto marca actualmente la diferencia entre comerse una hamburguesa de cerdo por 1€ y gastarse 4€ por dos de tofu, seitán o una mezcolanza entre diversas semillas. Por otra parte, los productos veganos manufacturados suelen ser de importación. Basta con ojear una etiqueta y leer seguidamente Alemania, Suecia, Sudáfrica, etc. Y, dado que los veganos acostumbramos a preocuparnos por el medio ambiente, éstos proceden de una agricultura sin pesticidas ni otros agroquímicos; lo cual encarece aún más el valor total.
Aquí, además, entra en juego que los productos de origen animal están subvencionados por el Estado en algunos países para hacerlos más accesibles a las clases populares. Esto induce generalmente a creer que sea igual de costoso producir un kilo de trigo que un kilo de carne de vacuno. Ambas formas de explotación no tienen parangón ni ética, ni económica ni ecológicamente.